Teleasistencia a tocateja

Opinión

Teleasistencia a tocateja

Diego Carcedo, periodista

Ciento treinta y dos mil ancianos, usuarios todos de los servicios de teleasistencia que viene ofreciendo el Ayuntamiento de Madrid están recibiendo estos días una llamada telefónica en la que un empleado o empleada municipal les comunica en tono conmiserativo que a partir de ahora tendrán que pagar si quieren seguir contando con esta ayuda de la que vienen dependiendo. Es decir, que a tocateja o a valérselas como puedan. Son las instrucciones que los empleados encargados involuntariamente de amargarles este caluroso agosto a los ancianos han recibido del Ayuntamiento, es decir, de la alcaldesa Ana Botella.

Sólo los que acrediten unos ingresos inferiores a 460 euros mensuales estarán exentos de pagar. Los demás habrán de abonar entre tres y doce euros al mes, en función de sus modestas rentas para seguir contando con la teleasistencia. De una forma u otra, nadie, ni siquiera los que necesitan asistencia para moverse, está libre de las ansias recaudadores de las administraciones controladas por el Partido Popular. Menos mal, todo hay que decirlo, que sus dirigentes, con Mariano Rajoy a la cabeza, habían prometido en sus programas y campañas electorales que bajarían impuestos y tasas.

Menos mal, porque si llegan a anunciar que se proponían mantenerlos o aumentarlos, como están haciendo a diario, a estas alturas no ganaríamos para tributar, momento que tampoco parece muy lejano. Madrid, como de hecho ocurre en casi toda España, no para de recortar prestaciones a sus ciudadanos, y además de recortarlas ahora las encarece, como ha hecho con los aparcamientos por citar un ejemplo, o empieza a cobrarlas. Por eso últimamente la llamada de un funcionario municipal es recibida en casa de cualquier vecino de a pie como el graznido de un cuervo porque ya ha cundido la noticia de que nunca es para nada bueno.

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