El presidente de la CEOE, Joan Rosell, la ha liado parda tras asegurar que en España no hay seis millones de parados como señala la Encuesta de Población Activa (EPA) y que sería más barato mandar a los funcionarios a casa con un subsidio antes que tenerlos gastando papel y teléfono.
Mi jefe, al ser preguntado por la cuestión, no ha tenido que pensar mucho para dar su opinión al respecto. Dice que él le preguntaría al señor Rosell por los empresarios que están actualmente entre rejas -mención particular a su predecesor en el cargo, que está en Soto del Real y no precisamente por exceso de multas al aparcar mal la bicicleta- y que qué hacemos con ellos.
Luego me ha dicho que, aunque él sea periodista y en cierto modo su obligación, tendría serios problemas para sentarse en la misma mesa que el señor Rosell aún en el improbable caso de ser convocado a su augusta presencia. Porque hay algunas declaraciones dignas de juzgado de guardia que no se pueden quedar sin amonestación, aunque sea ésta simbólica.
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Que no me llame Rosell
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