EUROVISION, CASUS BELI

Opinión

EUROVISION, CASUS BELI

Aquí nos quejamos pero a tanto no llegamos, la verdad. El personal más patriotero reclama Gibraltar – con razón, eso también es cierto –, pero no toma cuenta de quienes de vez en cuando elogian, o admiramos, algo de de la cultura y el arte de los ingleses. En Azerbaiyan, no. Quiero decir, que no son tan tolerantes con el enemigo colonialista. Claro que su enemigo, el que en su opinión ocupa una parte de su territorio, no es el Reino Unido de la Gran Bretaña. En esta ocasión, no. Ahora es Armenia, su vecino y viejo motivo de conflictos, que desde hace algunos años ha incorporado a su soberanía al enclave de Nagorno Karabaj. Ambos países se enfrentaron en una guerra, cruenta como todas las guerras en los años noventa, y al cabo de cincuenta mil muertos, la mitad de cada bando, Armenia se proclamó vencedora y se quedó con el botín territorial en disputa. Desde entonces, Azerbaiyán, que es país rico en petróleo, no ha dejado de reclamar la restitución del polémico enclave, que considera suyo. Un lío más de tantos como agitan y seguirán agitando el Caucaso post soviético. Hablar bien de Armenia en Azerbaiyán si no está prohibido, cuando menos está mal visto. Estos días, 43 pacíficos ciudadanos, mayormente jovenzuelos, han tenido que comparecer en el tenebroso Ministerio de Seguridad Nacional para responder ante los servicios secretos del delito, o casi, que han cometido votando en el pasado Festival de Eurovisión por la canción que interpretaban las hermanas armenias Inga y Anush Arshakyan en representación de su país. Durante meses los espías azerbayanos rastrearon los sms hasta dar con la identidad de algunos de los conciudadanos desleales que puestos a valorar piezas musicales se han dejado llevar por sus gustos olvidándose de lo más importante, el patriotismo obligado. Como si fuesen de ERC ¡Qué insensatez, votar por la canción de los enemigos! Ni con Franco pasaba aquí, o quizás sí, la verdad es que de semejante minucia no me acuerdo.

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