Ha llegado el Bundesbank, que hasta hace nada era como el halcón mayor del reino, y esto significa el que más austeridad pide y ha pedido, a decirle a Angela Merkel que las cosas no van como eran de esperar, y que hay problemillas al frente. En palabras más sencillas y sinceras: que la economía alemana está a dos pasos de entrar en recesión.
Mi jefe opina que nadie con dos dedos de frente debería sorprenderse ante semejante advertencia, y que no supone ninguna novedad constatar que la crisis del euro ha acabado afectando, tras devastar la periferia del continente, al corazón del mismo.
Sin embargo, en diez meses Alemania celebra elecciones. Y tras este aviso los alemanes ya no pueden alegar que no sabían nada y que menuda sorpresa y que tal y que cual. Así que mi jefe opina que bueno, que no ha estado mal -para ellos- la medicina de la austeridad extrema mientras había que mantener al sistema bancario germano lejos del peligro, pero que ahora, con el problema en la puerta de casa, pues que ellos verán.
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Los alemanes verán lo que hacen
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