Decía Maria Escario en un twitter que somos tremendos porque ponemos a escaldar a Sara Carbonero en razón de que es guapa y a Rafa Nadal porque le han elegido abanderado de la delegación olímpica. Nadal es el último hombre puro dentro del deporte español que ha tenido más trampas que una película de Fumanchú y con unos dirigentes singulares por no decir delincuentes comunes en su mayor parte.
El mérito de gente como Nadal es que son campeones a pesar de la dejadez que existe en España por el deporte de élite, aquí sólo se llenan los estadios de fútbol y generalmente para ver a un jugador extranjero. De ahí que lo de Nadal tenga mucho más mérito. Igual querían de abanderado a otro famoso deportista como es Urdangarín pero en esas fechas tiene cita en el juzgado de Palma de Mallorca por un asunto oscuro de finanzas trapisondas. Mi amigo David Torres dijo de él en una columna que era un buen jugador de talón-mano, versión de despacho de los trileros de la calle Preciados. Urdangarín consiguió engatusar a unos primos sin necesidad de vacilarles para que no siguieran el rastro de la bolita.
Hubiera molado más que Nadal hiciera el saque de honor del próximo Francia-España, para que se joroben los guionistas del Guiñol que le han tenido de muñeco drogota. Y, a ser posible, que Del Bosque le hubiera convocado como 9. Nadal es nuestro mejor antídoto contra Francia, contra Inglaterra hemos probado de todo pero al final nos vacilan lo mismo. Lo último ha sido enviar al rey a Algeciras pero creo que eso ha impresionado poco en la Roca dónde aún andan con el fervor patriótico de haber proyectado la imagen gigante de Queen-Kong en una de sus paredes.
Era de esperar que las críticas llovieran sobre el coloso de Manacor pero a ver quién es el listo que encuentra a un deportista que nos represente mejor y que sea un tipo tan normal además de megacampeón.
