En los últimos tiempos el PSOE de Rubalcaba pierde relevancia a toda velocidad. Al menos, en el Parlamento, donde las únicas iniciativas de oposición y, más o menos, de izquierdas que prosperan se corresponden con el trabajo de IU. Una formación que sí parece capaz de conectar ahora con los progresistas descontentos.
Para algunos observadores, la culpa puede ser de Rubalcaba que se mueve en una maraña psicológica complicada que le impide tomar posiciones inteligibles por su electorado potencial en estos momentos de crisis y desconcierto en los que el PP parece haber perdido el rumbo sin que los socialistas sean capaces de aprovechar la circunstancia.
Es cierto que al líder socialista le perjudica el haber sido miembro activo del Gobierno anterior, del Ejecutivo cuyas políticas fueron duramente castigadas en las urnas, pero de ahí a su narrativa actual, en la que el único mensaje cierto sea que hay que apoyar a España para garantizar el futuro, hay un trecho.
Quizá por todo eso ya han aparecido muchas voces en Feraz que empiezan a pedir, sotto voce, que se celebre otro congreso del partido para que aparezca un nuevo equipo dirigente en el que no haya protagonistas compartidos con la etapa que lideró José Luis Rodríguez Zapatero.
