A Rajoy se le está poniendo cara de Leopoldo Calvo Sotelo

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A Rajoy se le está poniendo cara de Leopoldo Calvo Sotelo

La impresión que tienen en el Gobierno y en sus inmediaciones de que, hoy por hoy, la sociedad sólo les percibe como un grupo sin proyecto que se ha convertido, además en generador constante de malas noticias tiene también su correlato en las comunidades autónomas, porque allí es donde deben ejecutarse todas estas recetas restrictiva, cuyos presuntos efectos benéficos sólo se verán a muy largo plazo, pero que exigen unos esfuerzos inmediatos e infringen un malestar instantáneo.

Dos elementos que contribuyen poderosamente a que sean los responsables de las autonomías quienes sienten más rápido y con más intensidad esas oleadas de desafección ciudadana de las que se quejan los miembros del Ejecutivo central. Con el añadido, nada desdeñable, de que ninguno de los supuestos remedios contra la crisis, o recortes, que se aplican ahora fueron desvelados y anticipados por los responsables del PP durante la reciente campaña electoral.

Así que ahora, a los máximos responsables de los gobiernos regionales y locales se les pide que actúen como desmanteladores del estado del bienestar y que traspasen todas la líneas rojas en Educación y Sanidad que los populares se comprometieron a respetar en la campaña y como quiera que la Administración central ha hecho oídos sordos a muchas de las peticiones que les han llegado desde las autonomías para que se les ayude en este trance, el malestar se extiende entre los dirigentes locales del partido que gobierna España.

La historia nos muestra que una rebelión de los barones ideológicos de la vieja UCD acabó con Leopoldo Calvo Sotelo que, de momento, ha quedado convertido en el presidente del Gobierno más efímero que ha tenido este país. Y hay quien dice que ahora puede repetirse y que los barones actuales, que representan al poder autonómico y local, pueden acabar plantándose ante Rajoy, sobre todo si el líder nacional sigue en su línea actual que incluye comparecencias públicas escasas, mensajes erróneos y alianzas internacionales inciertas.

Seguramente, este levantamiento no va a tener lugar mañana, pero algunos observadores recuerdan que los otoños suelen ser complicados siempre en los tiempos en los que reina la tensión política, quizá porque en esta época es cuando suelen elaborarse los presupuestos del año siguiente.

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