El amigo de Gadafi

Opinión

El amigo de Gadafi

No es verdad, vive Dios, que Muamar el Gadafi se haya quedado sin amigos. Le han abandonado muchos en cuanto se vio que perdería el control de los pozos de petróleo, pero mantiene a uno que cada día que pasa se muestra más desmelenado en sus opiniones aunque sin dejar de ser todo lo desaborío que siempre ha sido. José María Aznar, el ex monclovita que puso los pies encima de la mesa del salón de estar hortera de George Bush, sigue declarándose amigo de Gadafi, un amigo extravagante, es verdad, como en buena lógica corresponde a tan extravagante a su vez amigo español.

Aznar no está de acuerdo con el apoyo aliado a los rebeldes libios, o sea que está en contra de la democracia y en su cruzada de autoridad discrepa como un poseso de sus congéneres Cameron y Sarkozy, por no hablar de Zapatero u Obama con quien cualquier coincidencia no pasaría de ser fruto de la casualidad. Para Aznar, que Gadafi haya propiciado graves atentados aéreos con centenares de víctimas o a lo largo de sus décadas de dictadura haya incentivado a grupos terroristas de todas las calañas, ETA incluida, no es obstáculo para que merezca su consideración y amistad.

Tampoco que su admirado Ronald Reagan, al que tanto intentó imitar en sus ocho años a la cabeza del Gobierno de España, haya optado en cierta ocasión por bombardearle a modo, única forma que se reveló eficaz para bajarle los humos. Tampoco le parece bien a don José María que las democracias europeas hayan respaldado los movimientos populares de Túnez y Egipto que lograron poner pies en polvorosa a sus dictadores, irrecuperables los dos para la libertad. Si por Aznar fuese, tanto Ben Alí como Mubarak seguirían disponiendo de las vidas y haciendas de sus súbditos, el ejemplo que seguramente le hubiese gustado haber ejercido a él durante su etapa de poder en nuestro país. Es una suerte para la libertad que Aznar siga perorando desde todo púlpito carca que le surja, complicándole la existencia a su partido y ruborizándonos a muchos españoles, pero sin firma en el BOE.

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