Británicos y canadienses

Opinión

Británicos y canadienses

Hace más de un año que, periódicamente, la prensa internacional especializada se ocupa de vez en cuando de los campos de golf cubanos. Es bien sabido que, en este momento, la mayor de las Antillas sólo cuenta con dos instalaciones para practicar el deporte de millonarios al que jugaron en más de una ocasión Fidel Castro y el Che Guevara, según queda patente en algunos testimonios gráficos que pueden verse con suma facilidad en Internet.

Ahora, tras la promulgación de la nueva Ley que eleva hasta 99 años, el periodo de tiempo por el que los inversores internacionales pueden disponer en usufructo de tierras cedidas por el Estado cubano, que se mantiene como propietario, hay mucha especulación sobre los proyectos residenciales con instalaciones deportivas adosadas que tiene encima de la mesa el Gobierno de la Isla pendientes de aprobación.

Las informaciones publicadas reflejan cifras diversas que oscilan entre 10 y 14 complejos de este tipo, pensados para atraer hasta Cuba a un turismo de alto poder adquisitivo y aprovechar una eventual liberalización de los viajes de todos los ciudadanos estadounidenses a la Isla promovida por la Administración Obama. De momento, sin tener en cuenta, al menos un par de proyectos con capital español que van a ponerse en marcha, sólo los canadienses de Leisure y los británicos Esencia Hoteles y Resort han hecho públicas sus intenciones sobre el particular.

Los primeros, según cuenta su consejero delegado Robin Connors, planean construir un complejo residencial en Jibacoa, a 64 kilómetros de La Habana. Y los segundos tendrían un proyecto similar, que se realizaría en el Carbonera County de Varadero y costaría unos 300 millones de dólares, según los cálculos hechos públicos por sus promotores.

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