Entre el grupo de los analistas escépticos ante las nuevas medidas reformistas impulsadas por el Gobierno de Raúl Castro se encuentran muchos analistas callejeros de guardia de Radio Bemba (nombre con el que se conoce en Cuba el tránsito de los rumores callejeros entre la población).
Este colectivo centra, por el momento, sus criticas en la nueva Ley que va a permitir a los campesinos cultivar y vender libremente productos agroalimentarios. Según la docta opinión de estos avezados comentaristas, la norma se limita a regularizar un comercio que ya existía de hecho, como puede recordar cualquier visitante que se haya adentrado en el interior de la Isla, en cuyas carreteras ha sido siempre frecuente encontrar a algunos guajiros que ofrecían sus viandas en los arcenes a un precio, más o menos libre.
Con la nueva situación legal, estos campesinos o bien perderán dinero, o bien, como sucede en todos los países del mundo, estos productores repercutirán sobre su clientela el peso del impuesto sobre los beneficios que empezará a aplicársele desde ahora a cambio de que terminen las periódicas molestias policiales que obstaculizaban el negocio.
Aunque, otros expertos, de esta singular cadena, sin embargo, creen que los productores no van a notar demasiado en sus cuentas de resultados el impacto de la nueva fiscalidad. Saldrán lo comido por lo servido si, gracias a los nuevos impuestos, dejan de abonar las propinas que ahora pagan a los representantes de la autoridad para que hagan la vista gorda.
