Bomba de relojería

Opinión

Bomba de relojería

Para terminar con la novela por entregas que les hemos ofrecido esta semana sobre las tribulaciones del cardenal de La Habana, Jaime Ortega, en Washington es necesario hacerse eco de un insistente rumor que se ha extendido desde los primeros días de agosto por los ambientes diplomáticos europeos activos en EEUU. Según esta insistente historia, el obispo cubano ha realizado otra petición que, algunos observadores políticos, definen como verdadera bomba de relojería contra los intereses del anticastrismo radical de Miami, cuyo negocio, residual pero aún en funcionamiento, podría hacer aguas si esta idea prospera. Ortega cree que EEUU debe permitir que los cubanos viajen libremente a este país como turistas, que puedan ver a los suyos y volver a la Isla sin problemas. Más o menos lo mismo que pasa con los ciudadanos del resto de los países del mundo. Y también más o menos lo mismo que deberían garantizar desde La Habana, a los exiliados de cualquier clase o condición. El problema en EEUU es que la adopción de este sistema implicaría varios movimientos complicados. Uno sería sacar por fin a Cuba de la lista de estados enemigos que anualmente publica Washington y en la que la mayor de las Antillas recibe, por ejemplo, un tratamiento similar al de Corea del Norte o Irán. Otro, mucho más complicado, sería que debería dejarse sin efecto la legislación actual, en función de la cuál, cualquier cubano que consigue entrar en el país norteamericano por medios legales o ilegales, se convierte automáticamente en ciudadano estadounidense. Lo curioso es que si se les detecta antes de que puedan entrar al país, se les devuelve inmediatamente a la Isla. Ya saben, el famoso anacronismo conocido popularmente como ‘Ley de los pies secos y los pies mojados’.

Más información