50 Mareas Blancas, 1.500 días y uno más. Nos roban la Sanidad Pública y nos quitan la Salud

Tribuna Especial 25 Aniversario

50 Mareas Blancas, 1.500 días y uno más. Nos roban la Sanidad Pública y nos quitan la Salud

Carmen Esbrí, Mesa en Defensa de la Sanidad Pública de Madrid, MEDSAP – Marea Blanca

Después de cuatro densos, y a la vez vertiginosos, años de progresiva descapitalización, la Mesa en Defensa de la Sanidad Pública de Madrid, MEDSAP – Marea Blanca ha logrado trazar un profundo surco reivindicativo contra ella. Después de cuatro densos, y a la vez vertiginosos, años de progresiva descapitalización, la Mesa en Defensa de la Sanidad Pública de Madrid, MEDSAP – Marea Blanca ha logrado trazar un profundo surco reivindicativo contra ella; su voz es conocida desde los EEUU a África, desde Venezuela, Brasil, Argentina o México hasta Filipinas o la India; desde Suecia, Bruselas, Francia, Italia, Alemania hasta Hong Kong y la India; también ha logrado que se configure una Coordinadora de Mareas Blancas Estatales; y sin embargo hay aún en nuestro país, colectivos cercanos que no reconocen este inmenso trabajo colectivo que diseñamos denunciando las continuas tropelías que se vienen realizando con nuestra Sanidad Pública. Esa labor de permanencia se debe a la implicación de tenaces activistas que han hecho realidad esa presencia durante cuatro años seguidos, sin faltar un sólo mes; y lo han logrado por la fuerza de sus convicciones, por la ausencia de ambiciones particulares, por la evidencia de compromisos y por su extensión a todos los espacios transversales con causas que afectan y mucho a la Salud, pero sobre todo pisando el asfalto de Madrid y mirando a los ojos a sus conciudadanos para decirles lo que no les dejan ver, de forma directa, sobre la mala praxis y perniciosa política edulcorada de la que somos victimas y sobre las gravísimas consecuencias que persiguen eliminar el rastro Universal y de Calidad que nuestra Sanidad Publica tenía. Nos ha mantenido la existencia de un elemento aglutinador tremendamente convincente, la Vida y la Salud de las personas, valores superiores, derechos humanos sin más.
 
La Mesa en Defensa de la Sanidad Pública de Madrid, MEDSAP – Marea Blanca no se adjudica la paterno-maternidad de la Marea Blanca, pero sí el mantenimiento en pie de su figura y su conservación a lo largo de los años; se adjudica ser el testigo y la llama viva porque somos una parte importante de la misma; aunque sabemos que no somos los dueños, sí somos unos albaceas que no han descansado hasta alcanzar estos cuatro largos años con el pensamiento de seguir en ello; por eso he subtitulado este artículo con 1.500 y uno más, el que simboliza los siguientes movimientos de la Marea Blanca porque los peligros que nos acechan van en aumento y de forma abrasiva.
 
A diferencia nuestra, sí hay quiénes se quieren adjudicar el nacimiento y creación de la Marea Blanca como movimiento, pero no hay tal; la Marea Blanca no tiene dueño. La Marea Blanca somos los miles de personas que defendemos la salud como derecho y que rechazamos el inmenso negocio que succiona la Sanidad Pública y una destrucción programada en aumento con permanentes bombas especulativas de racimo.
 
Así que la Marea Blanca es una creación singular que surge en Madrid con la unión espontánea de ciudadanos y profesionales ante el choque frontal contra un gobierno neoliberal encabezado por un presidente no elegido, Ignacio González que provocó un incendio local tras la publicación de su Plan de medidas de garantía de la sostenibilidad del sistema sanitario público de la Comunidad de Madrid; con el que pretendía dar el hachazo definitivo para hacerla insostenible para usuarios y trabajadores, al querer entregarla como botín de forma drástica y evidente, con mentiras y ocultamientos a sus verdaderos dueños, los madrileños. El gobierno de Ignacio González puso en evidencia la realidad de lo que se había ido tramando; un plan tremendamente perverso y antidemocrático que ponía en relieve con claridad lo que da de sí la liberalización sin escrúpulos, por ideología y con el añadido de espurios intereses en una puesta en escena de una realidad con antecedentes claros y sucesivos llevados a sus últimas consecuencias: la barbarie destructiva de uno de los mejores bienes públicos de que disponíamos, una Sanidad Pública que gozaba de relevancia internacional además de ser Universal y de gran Calidad Sanitaria.
 
Antes, Esperanza Aguirre, emuladora por deseo propio de Margaret Thatcher, y sus sucesivos consejeros, Manuel Lamela y Juan José Güemes, habían marcado ya la senda con la construcción de hospitales de titularidad privada en todo su funcionamiento o en la parte de gestión no sanitaria, con un generoso uso del dinero público para dar negocio a grandes constructoras y empresas bursátiles y otros que necesitaban especular en una diversificación de sus negocios y con el fin de paliar lo que se venía observando con la crisis inmobiliaria y un modelo que no paran de reivindicar algunos imponiéndolo al resto, el pensamiento único que defiende a ultranza la liberalización, mercantilización y financiarización de todo. Era hora ya de tocar los hospitales aunque ya era sabido el inmenso coste económico y humano que supusieron en el Servicio Nacional de Salud Británico, la NHS y sus enormes deficiencias sanitarias tan alejadas del período anterior. La propia Organización Mundial de la Salud señaló hace tiempo cómo en lo privada se muere antes y peor.
 
No importaban experiencias, eran indisciplinados, así que ellos construían, nosotros pagábamos y nosotros seguiríamos pagando durante treinta años más por un canon de uso y disfrute y sin embargo no se ampliaron ni camas ni servicios; ya sea por la gestión o por todo. Cuando Ignacio González publicó la puesta en venta de la parte sanitaria de los siete hospitales PFI, aprendimos que mientras dichos hospitales se hacían cargo de lo más fácil y ganaban la cápita asignada, enviaban lo difícil a los antiguos hospitales públicos sin que las facturaciones por los encargos se hicieran efectivas por su parte. Dinero redondo que saca enorme beneficio y que puede ser invertido en fondos de inversión e incluso enviado a paraísos fiscales que lo mantienen oculto. Ese es el modelo que puso en marcha el Partido Popular y el que continuaba haciendo mella cuando entramos en escena; prometía un plan ahorrador, que evidenciamos falso, en tanto se rebajaba el presupuesto de los servicios sanitarios de titularidad pública, disminuyendo su personal y descapitalizando todos sus medios; a la vez que se iba produciendo una privatización encubierta con derivaciones a otras empresas, muchas veces ligadas a ordenes religiosas para hacer pruebas y cirugías con el mismo mecanismo de sacar el dinero de las arcas públicas, deteriorar el servicio público y pagar trabajos privados innecesarios y a veces realmente insatisfactorios.
 
La Marea Blanca nació entonces, con Ignacio González, cuando juntos profesionales, tradicionalmente no implicados, y ciudadanos hartos de mentiras, robos patrimoniales propios y todas las consecuencias de los mismos; nos lanzamos contra él. Su perpetuación en dicho sentido lo realizó la Medsap – Marea Blanca sabiendo que nadie se nos subiría encima si no doblábamos la espalda y continuábamos con esta caminata que hoy nos permite estar escribiendo aquí y ahora. La Medsap – Marea Blanca, entre otros numerosos actos reivindicativos, trazó con ello una escenificación de la resistencia, una visualización de la presencia del conflicto , una alerta a la ciudadanía en clave humana, que no pretende ni más ni menos que el empoderamiento ciudadano porque todas y todos somos usuarios, paciente y dueños; nos convertimos en testigos de cargo infatigables con nuestros pies, cubriendo las manifestaciones que cada tercer domingo de mes describen un relato concienzudo narrando con detalle la descomposición y el saqueo de un modelo memorable decapitado mediante decreto.
 
Anterior a las etapas Aguirre y González existen elementos que cuestionaban el modelo sanitario y el alcance de sus costes; en 1991, vio la luz el denominado como Informe Abril ,cinco años después de la Ley General de Sanidad elaborada por el Ministro Ernest Lluc que configuraba el modelo vigente. Aquél inusitado informe, encargo del gobierno de Felipe González a Abril Martorell, político de UCD e ingeniero, afortunadamente no se puso en vigor. Más tarde llegó otra herramienta que aún pervive, útil para prosperar en el intento privatizador, la Ley 15/97, de época de Aznar y suscrita por el PSOE; esa que con una simple frase permite la intromisión de la empresa privada en la provisión del servicio público común. Pero nada más claro para este proceso en la destrucción de una sanidad Publica apreciada, por su menor coste y mayor calidad, por su universalidad y sus profesionales que el trabajo fino de tejido liberalizador que con invisible apariencia intoxicaba y publicitaba la mala fama de lo público entre la ciudadanía con un ensalzamiento interesado de lo privado, además de un desprecio continuado a sus trabajadores. Sólo bastaba con irla esquilmando pasito a pasito de forma invisible. Un mal hacer en el que quedaba oculto cómo desviaban grandes cantidades de dinero público para engordar empresas especuladoras en temas que afectan la Sanidad y la Salud, generando entre algunos entornos un clientelismo poco leal al bien comunitario.
 
Pero la acción más dirigida a destrozar los Servicios Públicos considerados como una gran carga y no un patrimonio común y un solvente elemento de satisfacción social, fue el cambio constitucional del artículo 135, redactado una calurosa noche de agosto del 2011 y anticipo del RD 16/2012 que luego puso en marcha Mariano Rajoy. El cambio constitucional ha sido una enorme espada de Damocles contra los Servicios Públicos, pensada por José Luis Rodríguez Zapatero, aún presidente del gobierno y muy bien amortizada por Mariano Rajoy que poco después le sustituía en el cargo. Con dicho decreto, todas las Administraciones Públicas adecuarían sus actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria; el Estado y las Comunidades Autónomas no podrían incurrir en un déficit estructural que superara los márgenes establecidos, en su caso por la Unión Europea para sus Estados Miembros. Hicieron de los Servicios Públicos, fundamental esqueleto de un Estado democrático, la coartada de la deuda incrementando en ella todo lo que quisieron, sustancialmente la deuda financiera privada, excedida y ambiciosa, de una economía de casino que la liberalización facilita sin cortapisas y que socializaron a golpe de cambio constitucional y a costa de los presupuestos sociales y al margen de los derechos del pueblo soberano y de los mismos derechos humanos.
 
Ese era el plan perseguido por los neoliberales; un plan para satisfacer a los grandes capitales haciéndonos creer que habíamos vivido y enfermado por encima de nuestras posibilidades; en tanto muchos de ellos se forraban y se multiplicaban las corrupciones, corruptelas y negligencias políticas de las que esperamos poder resarcirnos algún día; la realidad es que nuestro país se había ido convirtiendo en lo que querían los grandes poderes externos, los grandes mercados, los poderes neoliberales que necesitaban y cada vez necesitan más productos para su expansión y enriquecimiento. Había que liberalizar también los Servicios Públicos, principales y sustanciosos objetivos para unas trasnacionales que se están comiendo su capacidad de abrir nuevos mercados y de generar nuevos productos. Entre aquellos la Sanidad Publica, el más jugoso de todos por sus condiciones de uso de la totalidad de la población y por tanto por los números que ello arroja, siendo por tanto uno de los Servicios Públicos que procuraba más beneficios y mayores clientelas cautivas.
 
Desde que el RD 16/2012 desencadenó las corrientes peligrosas contra la Universalidad de la Sanidad Pública, y preparó su ataque permanente contra la Calidad; desde que meses después Ignacio González con su consejero Javier Fdez. Lasketty publicaron el Plan de medidas de garantía de la sostenibilidad del sistema sanitario público de la Comunidad de Madrid, supuestamente para ahorrar pero que es insostenible y corrosivo, conocemos todos los movimientos tramposos de sus políticas, por ello nació la Marea Blanca y por ello lanzamos este plan de permanencia de largo recorrido. En él hemos tenido muchos logros, el primero llevar cuatro años saliendo a la calle llueva, truene, relampaguee o queme un sol de justicia con 40º a la sombra. En ese intenso recorrido con los eslabones de los domingos apoyamos todas la causa, desarrollamos campañas, grandes actos, conferencias y charlas entre otros, pero sobre todo actuamos como conciencia permanente de presión frente a las andanzas especulativas, por ello también conseguimos que no se desmantelara el Hospital de la Princesa, aunque le restaron 20,5 millones de presupuesto; que se paralizara la privatización encubierta de los laboratorios aceptando el plan de los profesionales; que el Mº Sanidad suspendiera el copago/ repago en ambulancias, prótesis, y otros repagos; que el Tribunal Constitucional parara el 1 euro por receta, y que después lo declarara anticonstitucional. Nuestra presión ayudó a que hubiera decisiones de los tribunales y se suspendiera la privatización de 6 hospitales que estaban en modelo PFI, de los 27 Centros de Salud de su área de influencia, de la Unidad de Central de Diagnostico, y de todos los laboratorios públicos. Hicimos también que dimitieran los consejeros: J. Fernández Lasquetty, Javier Rodríguez, e influimos en la dimisión de Ana Mato que alegaba retirarse por estar supuestamente implicada en la Gürtel; en tanto Javier Maldonado duró tan sólo cinco meses. Además de poner en boca de los Medios la Sanidad Publica y su desastrosa gestión.
 
Sin embargo, continúan los conflictos, queda mucho que recuperar: No existe la universalidad, se mantiene la privatización encubierta con las derivaciones y la privatización de lavandería, limpieza de los hospitales y centros de salud, la abusiva presión sobre los profesionales y el destrozo y no dotación de la Salud Mental, la saturación de las urgencias, listas de espera en aumento, los cierres de camas, la venta de la sangre altruistamente entregada por los donantes y el negocio que hace Cruz Roja, el problema acuciante de los enfermos de hepatitis C, el fortalecimiento y protección de la Fundación Jiménez Díaz y las dotaciones que recibe fuera de presupuesto sin que pase nada, en tanto existe una falta de dotación económica para la atención primaria que no puede cubrir sustituciones, ni atender adecuadamente a los pacientes, por no decir que no tiene posibilidad alguna de cumplir con su obligada acción preventiva. La escasa preocupación verdadera por el paciente la quieren sustituir con un “a modo de espacio de participación y humanización” dirigido desde arriba, que no es más que un nuevo argumento publicitario para un Consejero que pagamos con fondos públicos, porque está bien que digan preocuparse de los pacientes, pero ni ellos ni quienes han sido los que han descapitalizado todo y sin dotaciones económicas, reposición de más personal y equipos más dotados de toda índole, sin hacer una gestión justa y leal de nuestros tributos no se va a conseguir nada más que seguir igual; la participación ciudadana responsable y sus decisiones vinculantes son absolutamente imprescindibles y sinceramente no pagamos para hacer publicidad de nuestros políticos.

En otro orden se ha perdido la función permanente de una inspección seria y no se atiende a todas las quejas e informes que indican su deterioro; tampoco hay inspecciones en los hospitales con concesiones de algún tipo, ni en las empresas que están cobrando del dinero público a costa de descapitalizar los servicios 100 % públicos, menos de las empresas puramente privadas que no dejan de actuar en el grave tema sanitario que corresponde vigilar sin ninguna duda a las instituciones públicas. Estamos hartos de la publicidad engañosa de los políticos que la gestionan y de la propaganda pagada por nosotros para su ensalzamiento. Con la firme satisfacción de haber llegado hasta aquí, llevamos 1.500 días y uno más de Marea Blanca, más convencidos que nunca que esto no era fácil, pero que la sincronización también en el Estado a través de la Coordinadora Estatal de Mareas Blancas y en Europa con la Red contra la Privatización sanitaria y Servicios Sociales encenderá la luz al final del túnel por el que caminaremos juntas sin dar ni un paso atrás.
 

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