Trenes sin pasajeros

Transportes

Trenes sin pasajeros

Todos los españoles queremos tener una universidad, un aeropuerto y una estación del AVE a la puerta de casa. Hoy quiero parecer original y voy a dedicar la columna a… defender a Renfe. Criticar a Renfe es desde tiempo inmemorial la tradición que más atrae a periodistas y medios de comunicación. La sección de Cartas al Director de los periódicos raro es el día que no incluye alguna queja contra los ferrocarriles que tenemos. Y probablemente con razón, porque Renfe es un monopolio que se zampa una buena parte de los presupuestos del Estado y resiste como nadie los intentos de mejora en la gestión que prometen sus ejecutivos.

El AVE, que en España se ha extendido como si se tratase de un país rico, algo ha mejorado la imagen de Renfe. Funciona bien y, aunque es caro, sus tarifas se suavizan en algunos casos y, hay que reconocerlo, presta un excelente servicio. Pero aunque las críticas que otros servicios de Renfe propicia suelen estar justificadas, hay veces en que hay que darle la razón. Por ejemplo, ante la realidad de los centenares de estaciones con parada obligatoria en las que no sube o baja algún pasajero, que les gustaría suprimir y no puede. En Asturias por ejemplo hay 30 estaciones sin ningún usuario.

Y no es la peor plaza. Traigo el ejemplo a colación porque Asturias es mi tierra y aparte que he escuchado este dato, cuando la visito veo trenes vacíos y estaciones desiertas que Renfe tiene que mantener porque si decidiese cerrarlas el chaparrón de los nunca pasajeros sería de los que hacen historia. Todos los españoles queremos tener una universidad, un aeropuerto y una estación del AVE a la puerta de casa, pero ante esa imposibilidad bajo ningún razonamiento la gente quiere que su pueblo se quede sin la estación que siempre ha tenido.

Que tenga usuarios o no da lo mismo. Cerrar una estación o incluso una ruta ferroviaria no aguanta razones. Es un símbolo de importancia y estatus social. La gente no quiere vivir en un lugar donde “no hay ni estación del tren”. Si cuesta dinero que lo pague el Estado, no importa que los presupuestos del Estado sean de todos y a todos nos cueste mantenerlos a flote. La batalla de acomodar líneas y estaciones a las necesidades reales Renfe la tienen perdida. Que se le va a hacer. Por una vez habría que alegrarse -si es que esto produce alguna alegría- de que el pueblo mande algo e imponga su voluntad a los gestores.

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