Draghi aplica las recetas de la banca de inversión estadounidense

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Draghi aplica las recetas de la banca de inversión estadounidense

Mario Draghi se ha estrenado oficialmente como presidente del Banco Central Europeo (BCE) este jueves aplicando algunas de las recetas que los expertos de la banca de inversión estadounidense recomiendan para sacar al euro de su particular crisis. Por ejemplo: ha anunciado una rebaja de los tipos hasta el 1,25%. O por poner otro ejemplo: ha dicho que mantendrá las compras de deuda europea. La primera medida fomentará, muy posiblemente, la circulación de dinero en unos mercados demasiado ahorrativos y la segunda supone conseguir que los bonos de ciertos países europeos dejen de verse como activos casi tóxicos. Es decir, que se espera que vuelvan a ganar atractivo.

Estos anuncios han despertado el optimismo de varios analistas, que de paso han comentado que no les parece «sorprendente» la decisión de Draghi, tal y como la han calificado algunos medios de comunicación. Todo lo contrario; les parece que bajar los tipos es una medida lógica dadas las circunstancias. Porque a pesar de que una bajada de los mismos (que hasta esta mañana se encontraban en el 1,50%) puede conllevar cierto grado de inflación, estos expertos creen que obligará a la gente a gastar más.

Y en cuanto a las compras de deuda, ello impide que la especulación se adueñe por completo de los mercados secundarios blindando los bonos de países como Italia, Portugal o España para volverlos a convertir en activos seguros, como antaño. En este caso, según señala un informe del Citigroup, el frenazo económico puede resultar hasta positivo. Porque de este modo la gente buscará valores refugio en los que depositar sus inversiones. Y con la presencia activa del BCE, cualquier deuda de la región debería significar tal cosa.

Ahora el siguiente paso, dicen algunas voces del mercado, es seguir la política de la Reserva Federal de EEUU (Fed). Cuando sucedió la crisis bancaria en EEUU lo que hizo la Fed fue imprimir billetes, cambiar los activos tóxicos del sector bancario por una cantidad de dinero concreta (alcanzada con esos billetes) y exigir a cambio de este reciclaje un determinado número de dimisiones. Claro que pretender que el consejero delegado del Deutsche Bank -por poner un ejemplo- dimita de su cargo es complicado. Sobre todo si se tiene en cuenta que, según la definición de un potente gestor de fondos de inversión europeo, «Angela Merkel actúa como Ackermann le dice que actúe».

Pero la solución, en cualquier caso, pasa porque Draghi logre convertir al BCE en el único acreedor de peso de la zona del euro, en palabras de una fuente cercana al Gobierno griego consultada por EL BOLETÍN. Es decir: conseguir que sea el mayor comprador de deuda europea de todo el mercado. Y una vez el BCE sea el principal acreedor, ¿qué presiones del exterior pueden darse? Pocas, por no decir ninguna. Llegados a tal extremo, los trapos sucios estarán en casa. Y se lavarán en casa.

Las medidas que ha anunciado Draghi cuentan además con otro argumento de peso si uno se fija en el mercado de los seguros contra el impago de la deuda (más conocidos como CDS). Estos productos derivados normalmente dan una idea, dependiendo del volumen de transacciones que tengan lugar en sus mercados, de qué países (en el caso de deuda soberana) o qué compañías (en el caso de deuda corporativa) están en el punto de mira de la especulación. Cuantos más contratos se hayan cerrado en torno a una deuda, más presión se vaticina sobre esa misma deuda.

Actualmente, según los datos emitidos por The Depository Trust & Clearing Corporation (DTCC), Francia está en el punto de mira con un volumen negociado de CDS superior a los 24.000 millones de dólares en los últimos siete días. Esto quiere decir que es el país que más seguros contra el impago de la deuda ha generado en la última semana. Un dato que concuerda con la prima de riesgo que ofrecía su bono a diez años este mediodía: 136 puntos básicos. Cuando la deuda española comenzó a entrar en la órbita de la especulación, en mayo de 2010, su prima de riesgo era menor: de 130,7 puntos básicos.

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