Cienfuegos en el aire

Opinión

Cienfuegos en el aire

Lejos de cantantes que intentan hacer su periplo por la Isla y de deportistas nacionales de elite que piden asilo político en España, cada vez es más evidente que la única preocupación de los cubanos es el devenir económico del país.

Crecen las incógnitas sobre el estado de las relaciones entre La Habana y Caracas, sin visitas oficiales desde hace mucho tiempo y sin el desarrollo de los proyectos energéticos que hace meses Raúl Castro y Hugo Chávez prometieron sacar adelante de forma conjunta. No hay progresos en la refinería de Cienfuegos, y la aparición de compañías rusas como Rao UES en el tablero de juego hace pensar a muchos observadores que el presidente cubano ya no quiere, ni tampoco puede, contar con el apoyo que hasta ahora le ofrecía Venezuela, ahogada por la abrupta caída de los ingresos petroleros en el último año.

La resurrección de Cienfuegos no es sólo una necesidad energética. La refinería es sobre todo un símbolo para el Gobierno cubano. El complejo, plenamente activo en los años dorados de los sistemas socialistas, se apagó en la misma medida que desaparecían aquellas estructuras políticas y, casi desde entonces, La Habana ha buscado socios internacionales, públicos o privados, para su reflotamiento.

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