PROLETARIADO PURITANO

Opinión

PROLETARIADO PURITANO

El Gobierno comunista del Vietnam ha prohibido, como sólo su nomenclatura sabe prohibir desde antiguo, que se exhiba lencería femenina en los escaparates de la ciudad de Ho Chi Minh, antes Saigón, la de costumbres y hábitos más avanzados. Bragas, sujetadores, pañales y compresas deben ser vendidos en la intimidad de las tiendas, lejos de ojos con inclinaciones lascivas, con discreción. El comercio a la intemperie en los millares de mercadillos que funcionan en las ciudades van a tenerlo muy crudo a partir de ahora, aunque ese será otro problema. En Vietnam hay pocos curas imponiendo vetos ante las derivadas del Sexto Mandamiento, pero da igual. El puritanismo del proletariado está al quite igual de diligente contra las malas tentaciones, pensamientos y deseos que puedan suscitárseles a los viandantes. Un maniquí en sostén y bragas puede despertar la lujuria contenida del pueblo llano. No por razones religiosas, se han apresurado a aclarar sus ideólogos, no: por razones impuestas por las costumbres del país, es decir, por la tradición que los guerrilleros del Vietcong combatieron durante tantos años, contra la que murieron tantas personas, la misma que la revolución prometía aniquilar. La lencería femenina, fuente por lo que se concluye de insospechados males, tampoco podrá anunciarse en televisión ni en prensa escrita ni por supuesto en carteles. Sólo los bikinis incomprensiblemente quedan a salvo de la represión sexual del régimen. La razón no se conoce, quizás sea para que los turistas, tan necesarios para levantar un pelín la economía, no deserten en masa de sus playas. Entre tanto, los fabricantes de prendas íntimas han protestado, pero poco. El Gobierno les ha asegurado que el hecho de que no exhiban los sujetadores en los escaparates no supondrá que se vayan a vender menos. Las mujeres tendrán que seguirlos usando, porque ir destetadas por las calle tampoco está permitido. Y sin bragas, se supone que aún menos, no lo sé.

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