Fuga de cerebros económicos en Grecia

Fuga de cerebros económicos en Grecia

Londres suele ser uno de los destinos favoritos de estas -por norma general jóvenes- promesas.

Bandera de Grecia

Bandera de Grecia

En Grecia cada vez son más los expertos en materia de Economía y Finanzas que dan a su país por caso perdido. Y en consecuencia, en cuanto pueden se marchan con sus negocios y agendas a otra parte. Esta situación reviste de una gravedad creciente debido a que Atenas requiere cada vez con mayor urgencia un buen grupo de expertos con buenos contactos y prestigio internacional dentro del entramado financiero para salir de la crisis en la que está inmerso el país, y que según diversos observadores internacionales podría desencadenar una nueva hecatombe bursátil global de no solucionarse pronto. Pero la oferta de cerebros económicos no hace más que escasear conforme pasan los días, según fuentes consultadas por EL BOLETÍN.

Londres suele ser uno de los destinos favoritos de estas -por norma general jóvenes- promesas. Hace unos días este diario pudo saber que un analista ateniense, con importantes contactos entre la banca de inversión internacional, se había marchado a la capital británica, «en donde se quedará durante una buena temporada por lo menos», tal y como explicaba uno de sus socios ocasionales no sin cierto sarcasmo en el tono de voz.

Esta persona había logrado entablar en los últimos meses negociaciones con varios fondos de inversión de Nueva York y Boston para que aterrizasen en Atenas con su dinero, pero el complicado aparato burocrático griego, un clima fiscal mucho más adverso que el que ofrecen otros países de la región y la corrupción imperante hicieron que esta persona desistiese y decidiese probar suerte en la City.

No es un caso único ni mucho menos. Un economista cercano al Ministerio de Finanzas griego hasta el cambio de Gobierno tenía planeado montar en 2011 un equipo de asesores -entre los que también se encontraban observadores que han trabajado para el FMI- en la capital del país mediterráneo para, también, atraer inversión extranjera a Grecia. Según ha podido saber este periódico, varios fondos de inversión afincados en Suiza y diferentes banqueros europeos se habían interesado ya por el proyecto.

Sin embargo, finalmente, este experto ha decidido paralizar la iniciativa para trasladarse a otro lugar en donde espera encontrar un puesto de trabajo como analista de algún gran banco o agencia de rating. Demasiadas complicaciones una vez superada la que, en teoría, iba a ser la parte más complicada: encontrar clientes. El sistema griego volvía a interponerse en el camino de la inversión extranjera, para desesperación de todos los implicados.

Estos dos ejemplos reflejan una realidad preocupante. «Al principio sólo eran los más jóvenes, que no tenían problemas en cortar sus raíces aquí para irse a otro lugar, pero cada vez son más y más los trabajadores con estudios superiores e idiomas que, aún con familia y un entorno bien establecido aquí, se plantean su salida del país», asegura un consultor cretense, que se dedica a planificar los proyectos de jóvenes emprendedores para que éstos puedan acceder a los programas de ayuda que Bruselas, paradójicamente, tiene reservados para los nuevos empresarios helenos, entre otros. Un negocio que, dice, de momento le da de comer y costear sus gastos «aunque el futuro lo veo negro».

Este problema estructural, que afectará gravemente al país a medio plazo según han vaticinado varios analistas, queda sin embargo eclipsado por el día a día al que se tiene que enfrentar el país mediterráneo.

Las votaciones en el Parlamento para aprobar nuevos recortes, la alta rentabilidad de los bonos (que de un día para otro pueden variar en más de un punto porcentual) y los incidentes que ocurren con una preocupante regularidad cuando se convocan huelgas generales -y van cuatro este año- ocupan la mente de la mayoría de los medios de comunicación tanto nacionales como internacionales, además de las mentes de una clase política que se encuentra cada vez más exprimida por las exigencias remitidas desde Bruselas, por un lado, y el enfado de la población helena, por el otro.

«Grecia no tiene la capacidad para reorganizar su economía en medio de toda esta dramática situación. Bruselas se dedica a vapulearnos y nosotros sólo nos podemos dejar vapulear, pues a día de hoy no existe otra alternativa salvo la de abrazar algunos extremismos políticos», comentaba una de las fuentes consultadas. Pero a este paso, no habrá otra alternativa ni a día de hoy ni el día de mañana.

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