Washington toma las riendas para el rescate de Grecia

Crisis de Grecia

Washington toma las riendas para el rescate de Grecia

La impaciencia de la Casa Blanca se hizo patente en el marco de las reuniones que el Eurogrupo organizó este domingo -y que duraron hasta ayer lunes- para tratar el asunto.

La Casa Blanca

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Bruselas parece incapaz de ponerse de acuerdo sobre cómo resolver la crisis de Grecia, mientras los mercados financieros y el enfado ciudadano ahogan al cada vez más débil Gobierno socialista que lidera, por el momento, George Papandreu. Por ese motivo, Washington se ha visto obligado a tomar las riendas del asunto e instar a los países de la zona del euro a darse prisa y ponerse en marcha.

La impaciencia de la Casa Blanca se hizo patente en el marco de las reuniones que el Eurogrupo organizó este domingo -y que duraron hasta ayer lunes- para tratar el asunto. El domingo por la noche, y en vista de que no se lograba llegar a ningún compromiso concreto entre los países del Viejo Continente, la ministra de Finanzas francesa y futura aspirante a dirigir el Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, agarró el teléfono y decidió llamar a sus homólogos en el grupo de los siete países más influyentes del mundo que no estaban ya reunidos; EEUU, Canadá, Reino Unido y Japón. No hubo necesidad de requerir a los tres miembros restantes del G-7; Alemania, Francia e Italia, porque ya estaban allí.

Lagarde expuso al teléfono, según informan fuentes consultadas por el portal Dow Jones, que no se había llegado a ningún acuerdo y que las dudas entre los miembros de la zona del euro crecían. Estas mismas personas han asegurado que las autoridades estadounidenses que se pusieron al aparato, junto a las canadienses y las japonesas, instaron de forma bastante drástica a Alemania, Francia e Italia a terminar de una vez por todas con esa indecisión. Posteriormente dieron algunos consejos sobre cómo llevar las negociaciones. Consejos que, por el momento, no han trascendido.

Un día después, el lunes, Lagarde volvió a llamar y a exponer -también en presencia del economista estadounidense John Lipsky, el director gerente en funciones del FMI- que no había manera de alcanzar una resolución común. Las fuentes consultadas afirman que, ante el agobio de las potencias de la zona del euro de que Grecia no pueda asumir sus compromisos y finalmente se declare en quiebra, los responsables económicos del G-7 se sumergieron en un debate en un tono menos duro que el mostrado el día anterior sobre qué salidas adoptar.

Aunque todas estas molestias parezcan estar destinadas a resolver la crisis de Grecia, en realidad van más enfocadas a resolver la incapacidad de Atenas para devolverle su dinero a los acreedores privados del país mediterráneo, y que son sobre todo los bancos y las empresas alemanas, los bancos franceses y los grandes fondos de inversión estadounidenses.

De hecho, Berlín lleva tiempo queriendo incluir a sus bancos y empresas en el rescate de Grecia (es decir; en su propio rescate) para tranquilizar a los mercados, que ya han elevado la rentabilidad de los bonos helenos a diez años por encima del 18% en varias ocasiones durante esta semana. Esto supone un récord histórico.

Si los planes de estos tenedores van según lo previsto, las autoridades de Atenas necesitarán acudir a ellos con concesiones (como por ejemplo la puesta en venta de activos públicos a un precio ridículo o una subida de los tipos de interés en los bonos) para evitar que se retiren del mercado de deuda griega. Así, a medio o largo plazo, estos acreedores cobrarán lo prometido o más, y saldrán con una mayor presencia del país mediterráneo (Deutsche Telekom compró hace unos días otro 10% de la telefónica estatal griega por tan sólo 400 millones de euros).

El problema -y lo que preocupa al G-7- es que Grecia realmente se plante y diga que no puede (pagar) más. En ese caso Berlín y París tendrían un serio problema. Y EEUU, a juzgar por su creciente impaciencia, también.

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