Niño que no llora…

Desde el malecón

Niño que no llora…

Las cuentas, sencillamente, no tenían conciliación y la gente comenzó a mostrar su inconformidad.

Electricidad Cuba

A pocos días de terminar el año y dar inicio a un amplio y complejo plan de reordenamiento económico, las autoridades cubanas reconocieron que las nuevas y aprobadas tarifas eléctricas merecían una rebaja sustancial ante una inconformidad popular generalizada.

Tal decisión no provino de los arquitectos y diseñadores de un minucioso esquema que a todas luces la ciudadanía apreció como una soga al cuello del consumidor en un momento donde a pesar de la subida de salarios, los precios se multiplicarían hasta por cinco.

Las cuentas, sencillamente, no tenían conciliación y la gente comenzó a mostrar su inconformidad lo mismo en las largas filas o colas para adquirir cualquier cosa, que ante las autoridades municipales y, sobre todo, en las redes sociales.

Y para evitar lo que se veía llegar en febrero cuando recibieran una factura imposible de abonar y apoyados por lo suscrito por el Presidente de que el mega plan podía ser modificado, se convocó a toda la población a un programa de tv donde darían a conocer las buenas nuevas de una reducción casi de un 30 por ciento de las tarifas, además del abaratamiento del servicio de gas licuado.

Como un extra, también se informó de la limitación de los vuelos procedentes de EEUU, México, Bahamas, Panamá, República Dominicana y Haití toda vez que el actual y peligroso repunte de la Covid-19 se debe en buena medida a los pasajeros que llegan contagiados del virus.

De todo esto, la lección ha quedado bien clara. Hay que tener en cuenta la opinión de la gente y sus consecuencias sociales y hasta políticas que si bien es cierto que rectificar ha sido siempre tarea de sabios, otro tanto el aquello de que niño que no llora no mama.

Más información