Cierto calor en el invierno cubano

Desde el malecón

Cierto calor en el invierno cubano

No hay esperanzas ahora mismo para que el año termine con ese tradicional relajamiento de tensiones y votos de buenos augurios.

Movimiento San Isidro

Muy a pesar de las temperaturas invernales, en la que sale un frente frío por la región oriental y por la occidental entra otro, el termómetro político-social va marcando cierta destemplanza en camino a un estado febril que, para decirlo en el actual lenguaje epidemiológico, es poco autóctono y sí importado con grandes dosis desde territorio norteamericano.

Las autoridades acaban de anunciar que ha quedado suspendido el diálogo que tenían previsto para este viernes entre el ministro de Cultura y un grupo de jóvenes creadores entre los que se encuentran algunos considerados como enemigos confesos del régimen que han presentado un pliego de demandas no aceptadas por el gobierno central.

Y así las cosas, como en los filmes policíacos, no aparece un mediador o negociador que tome cartas en el asunto y lleve la controversia a feliz término. Es más, que dudo entre en escena dada la postura de cero tratos con quienes atenten contra la revolución porque desde Miami, principalmente, están llegando convocatorias, pasta de por medio, para cometer diversos delitos como ese de lanzar piedras sobre los escaparates de las tiendas que sólo venden en dólares o darle fuego a un coche policial.

No hay esperanzas ahora mismo para que el año termine con ese tradicional relajamiento de tensiones y votos de buenos augurios incluso para quienes han tenido sus encontronazos en estos once meses transcurridos. Todo lo contrario, tal parece que ofendidos y ofensores han estimado a bien terminar en plena bronca este 2020 todos con un peligroso virus que sigue haciendo de las suyas, la Covid-19.

Así está la ciudad capital en estos días, que si un grupo de personas descontentas les da por ir al ministerio correspondiente, quedarían pocos sin la presencia de gentes que deseen hablar con los respectivos ministros.

A fin de cuentas, la frontera aplicada en estos desencuentros se basa en una sentencia fidelista de los primeros años revolucionarios precisamente con artistas e intelectuales: “Con la revolución todo, contra la revolución, nada.”

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