La Covid-19 también hace turismo en Cuba

Desde el malecón

La Covid-19 también hace turismo en Cuba

Cuando todo parecía languidecer, el rebrote es de cuidado.

Aeropuerto José Martí

Mírese como se mire, desde cualquier ángulo o altura, la apertura total de todos los aeropuertos internacionales de la isla y la consiguiente llegada de visitantes, principalmente cubanos residentes en el exterior, ha provocado un nuevo y peligroso panorama en la larga historia del virus.

Cuando todo parecía languidecer, el rebrote es de cuidado.

Si bien para el extranjero la situación está bajo un aceptable control, en los nacionales que viajan para compartir con sus familias y amistades, el incumplimiento de las normas sanitarias está provocando que ya sean mayoría los casos denominados “importados” en comparación con los autóctonos.

Tal vez el gran error radique en que Cuba no exige al visitante la prueba de la PCR. Se la hace al arribar y luego al quinto día de estancia. Y ahí comienzan los problemas si en vez de 48 horas de obligado encierro en casa a la espera de los resultados, el informe de positivo o negativo tarda más de la cuenta en llegar. La gente agarra la calle.

Las autoridades habaneras han concluido, además, que hay imprecisiones en los listados llegados a los municipios, la imposibilidad de efectuar las PCR porque los viajeros se encontraban en otros lugares, y aquellos que no cumplen con el aislamiento hogareño.

Si a esto sumamos la natural intranquilidad del cubano más los deseos del festejo tumultuario, el virus encuentra el espacio adecuado para su proliferación. A tal extremo, que las autoridades no tienen otra alternativa que aplicar el aquello de que a Dios rogando y con el mazo dando. Ya son varios los casos a los que se les ha aplicado el Código Penal en cuanto a propagación de epidemias.

Y quienes vienen en mayoría desde la vecina ciudad de Miami arriban con todo lo necesario para festejar tanto tiempo de ausencia. La aerolínea gringa American Airlines ha debido dejar en tierra poco más de 600 maletas en sus últimos vuelos a la isla. Tal ha sido el sobrepeso en un momento donde hasta un alfiler es necesario por no mencionar alimentos y medicinas.

El cuento de la buena pipa o el de nunca acabar cuando brilla por su ausencia la responsabilidad individual.

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