Carlos Humanes no estaba equivocado

Desde el malecón

Carlos Humanes no estaba equivocado

Humanes logró entablar una fraternal relación con personalidades de primer nivel en Cuba.

Premio Periodismo Económico Carlos Humanes

En Cuba, no pocos le conocieron; en España, supieron de él casi todos los interesados y ocupados en temas de bolsa, finanzas y economía. Sentía por la isla una pasión ilimitada. A tal extremo, que parte de sus cenizas reposan hoy en un jardín habanero en la más absoluta tranquilidad, sin bullicio alguno en los alrededores y bajo la mirada ocasional de una sola persona.

Humanes logró entablar una fraternal relación con personalidades de primer nivel en Cuba. Algunas en forzado o merecido reposo y otras aún en activo. Entre ellas, dirigentes políticos nacionales, estrategas ideológicos, generales, ministros, viceministros, presidentes de bancos, directores de diarios y empresas, colegas de profesión, embajadores, músicos y hasta aquellos que el mismo catalogaba de “cantamañanas” a los dos minutos de conversación.

Tenía un don especial para tratar a quien se le pusiera por delante. Guardaba en ocasiones un prolongado silencio para acto seguido exponer sus criterios con una base o línea de pensamiento muy poco irrebatible. De buen olfato “clínico”, apuntaban algunos.

Desde un principio, allá a comienzo de los 90s del siglo pasado y hasta bien entrado el nuevo, en su andar de punta a cabo por toda la isla, no cesaba de repetir el daño que le causaba a la economía insular la falta de incentivos, entre otros problemas perceptibles. Ausente lo mismo en un empleado estatal, ejecutivo empresarial, en un campesino que, cansado de producir y lograr ganancias, no podía comprar un tractor o la necesaria retribución a los trabajadores a partir de los resultados positivos de su quehacer. Debieron transcurrir tres decenios para que hoy, en la nueva estrategia económica, se hiciera realidad ese precepto. Incentivos en todos los puntos cardinales además de otras nuevas medidas puestas en marcha en estos días precisamente.

Ateo confeso, hasta tuvo unas palabras con nuestra santa patrona la virgen de la Caridad del Cobre en el mismo santuario que lleva su nombre en la oriental provincia de Santiago de Cuba. Por conocer, quiso y cumplió con visitarla. Lo que le susurró continúa siendo un enigma, aunque logro imaginármelo.

Nunca olvidaré la primera vez que nos conocimos en 1992. Llegaba por Varadero junto a más de una treintena de buenos periodistas invitados en ocasión del primer vuelo inaugural de Air Europa en la ruta Vitoria-Varadero. No cesaban de hablar y preguntar los recién llegados mientras él permanecía en silencio en el autobús hacia La Habana, mirando a cada rato hacia el cielo azul hasta que me llamó para indagar en voz baja qué eran esas “gallinas prietas” que volaban tal alto. Respondí que eran auras tiñosas, primas hermanas de los buitres y sinónimo de mal agüero según la creencia popular. Esbozó una leve sonrisa y dijo:

-Vale.

Lo que vino después es una historia que está por escribir.

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