Quienes pensaron se trataba de cosa de poco tiempo, desde hace buen rato están resignados a enfrentar tantas dificultades en el día a día que sólo los optimistas lograrán al final de la jornada no tenérselas que ver con un psiquiatra o psicólogo en el mejor de los casos.
Dos temas cardinales siguen sin solución satisfactoria: alimentación y medicamentos. Para colmos, y un tanto inexplicable, las empresas estatales encargadas de hacer llegar la paquetería de auxilio enviada por amigos y familiares desde el exterior, se encuentran en nula operatividad y notable retraso según ellos a consecuencia de la pandemia.
A no dudar, una larga carrera de fondo de la que no pocos quedarán a medio camino, sin fuerzas y disgustados porque en verdad nada más que los fuertes lograrán sobreponerse. Y en ese pelotón de avanzada, entre un moreno, un blanco y un mulato va bien sofocada nuestra economía, haciendo sobresaliente papel de supervivencia ahora que míster Trump también ha prohibido el alojamiento de gringos en los hoteles cubanos, así como comprar Habanos y café.
Algunos observadores locales, con mascarilla incluida, suponen que al menor resquicio de apaciguamiento del virus, regresaremos nuevamente a la fase uno y retomarán con fuerza el turismo y otras actividades económicas en cuarentena porque no quedará otra alternativa que aquella de vivir a la par de la bien camafluda Covid-19.