El serio dilema de los repartidores cubanos con los productos españoles

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El serio dilema de los repartidores cubanos con los productos españoles

La isla se debate en determinar qué mercancía es de primera, segunda o tercera necesidad y en disponer cuánto toca por cabeza para vender equitativamente.

Cuba La Habana

Mientras nuestros consagrados científicos lidian sin descanso (lo de sin descanso no es un decir) en la búsqueda de esa vacuna que ya tiene resultados alentadores en sus fases de experimentación clínica en humanos voluntarios, otro grupo menos cualificado, pero de extrema importancia, se debate en determinar qué mercancía es de primera, segunda o tercera necesidad y en esa misma reunión, disponer cuánto toca por cabeza para vender equitativamente y evitar el acaparamiento o la reventa.

Y como que los cubanos suelen tirarlo todo o casi todo a relajo o cachondeo aun en los momentos de sumo peligro, me le acerqué a un representante del gobierno en la comunidad para preguntarle las razones por las cuales el aceite era de primera necesidad y el papel sanitario no.

El hombre miró a ambos lados y hacia atrás. Luego, bajó la cabeza lentamente para finalizar como que en una reverencia o aprobación celestial al firmamento.

-Compañero, usted se puede lavar el ojete con agua, pero con ella resulta imposible freír par de huevos.

Profunda reflexión que debió arribar más elegantemente elaborada desde instancias ministeriales. De seguro, sugerida por algún dirigente sobreviviente de aquellos años 90s, que, con la defunción de la antigua URSS, y la entrada a la crisis, los proctólogos fueron los primeros en alertar que tal papel resultaba antihigiénico, que lo mejor era acudir al agua.

El dos por “testa” casi que es el patrón más socorrido. A saber, par de bolsas de lentejas de 500 gramos provenientes de Santa Cruz de la Zarza, Toledo, a poco más de un euro; aceitunas verdes rellenas de anchoa en envases de 350 g en unos dos euros; el kétchup Goosur de Jaén con 300g por algo más de dos; las galletas dulces originarias de Palencia, menos de uno, y la leche condensada venida de Zaragoza por poco menos de dos. Para evitar aglomeraciones, la venta será por municipio de residencia, con el carné de identidad (DNI) de por medio.

Con las sardinas también españolas hay mayor benevolencia pues se pueden lograr más de dos latas también por módico precio.

En casi todos reina una advertencia muy difícil de lograr en la isla: sitio fresco, seco y oscuro. Con estos calores del verano, ni fresco, con la humedad buena para habanos y poco más, y oscuridad solo en la noche. La mesa, el mejor destino, que mañana será otro día.

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