Gutiérrez ante la juez argentina sobre Martín Villa: «Querellas como esta arruinan la memoria democrática»

Memoria histórica

Gutiérrez ante la juez argentina sobre Martín Villa: «Querellas como esta arruinan la memoria democrática»

El exministro cuenta con testimonios de los ex líderes de CC.OO. y UGT que avalan su actuación durante los años de la Transición Española.

El exministro, Rodolfo Martín Villa, a la salida del Tanatorio de La Paz en Tres Cantos (Madrid), donde descansan los restos mortales de de José Pedro Pérez-Llorca, uno de los siete ponentes de la Constitución Española.

Los ex secretarios generales de UGT Nicolás Redondo y Cándido Méndez; y de CC.OO. Antonio Gutiérrez y José María Fidalgo avalan la figura del exministro Rodolfo Martín Villa y su actuación durante la Transición española en las cartas que, a título personal, han remitido a la juez argentina María Servini, a las que ha tenido acceso Europa Press. Gutiérrez llega a afirmar en su misiva que querellas como la tramitada por la juez «arruinan la memoria democrática» española.

La magistrada interrogará este jueves al exmandatario por presuntos delitos de lesa humanidad, cometidos entre 1976 y 1978, en el caso que investiga sobre los crímenes franquistas, y lo hará por videoconferencia con el consulado argentino en Madrid, donde acudirá el exministro. Además de los líderes sindicalitas señalados, otra decena de autoridades políticas han presentado cartas elogiando la labor de Martín Villa, entre ellos los expresidentes del Gobierno Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy.

La primera de las acusaciones que sostienen los querellantes se refiere a una presunta responsabilidad de Martín Villa en cinco muertes en Vitoria en 1976 por disparos policiales en el desalojo de una asamblea en una iglesia convocada durante el conflicto laboral en Álava en marzo de ese año.

En su carta, Gutiérrez explica en su testimonio que «contra lo que se aduce en la querella presentada contra Rodolfo Martín Villa, atribuyéndole la responsabilidad directa de la actuación policial en los sucesos de Vitoria».

Lejos de ello, añade que gracias a que en ausencia de un ministro titular tan temperamental que exclamaba «¡la calle es mía!», en los citados años estuvo activo, entre otros, a Rodolfo Martín Villa «volcado justo en lo contrario, en compartir el espacio público, físico e institucional, para que de una vez pudiéramos convivir en paz, se puso fin a la tragedia de Vitoria». «Él no mandó disparar, sino templar; y lo consiguió», añade.

El ex líder de CCOO también precisa que, «como está sobradamente acreditado, Rodolfo Martín Villa no solo no dio orden de disparar sino que, junto con otros miembros de aquel Gobierno como Adolfo Suárez y Alfonso Osorio participó de las decisiones que cortaron la espiral de violencia que se vivía en Vitoria en la tarde de aquel 3 de marzo de 1976, nada más enterarse de lo que había sucedido al filo del mediodía».

Además, Gutiérrez advierte a la juez Servini de que «una forma de arruinar la memoria democrática es sustentar querellas como la que culpa de delitos tan atroces como falsos a Rodolfo Martín Villa asociados al proceso de Transición a la democracia. Convertir aquel logro colectivo en una frustración histórica solo beneficiaría a quienes alientan el resentimiento».

Por su parte Cándido Méndez realiza una argumentación coincidente al referirse a «los terribles sucesos de marzo de 1976 en Vitoria, «hecho injustificable y que exige de una total reparación en relación con los responsables materiales o políticos». «Sin embargo -añade-,, esa reparación no puede extraerse imputando un delito de genocidio, o crímenes contra la humanidad, a responsables políticos que, en aquellas fechas, y en otras posteriores, estaban esforzándose precisamente para generar las condiciones de asentar cuanto antes una sociedad pacífica, libre y democrática, con respeto a los cauces democráticos de la libertad de expresión».

También defiende a Martín Villa el histórico líder de UGT Nicolás Redondo, máximo dirigente del sindicato desde 1976 a 1994, quien expresa en su testimonio que los que combatieron la dictadura franquista encontraron «compañeros de aventura en personas como Rodolfo Martín Villa». Agrega que quienes protagonizaron la Transición «pretendieron, entre ellos personas como Martín Villa, hacer de las dos Españas una, amplia, acogedora y respetuosa con los diferentes modos de sentir, de pensar, de ver la vida y el mundo».

En su carta, el secretario general de CC.OO. José María Hidalgo escribe que «Rodolfo respeta a todos los interlocutores empezando por los que taxonómica mente serían sus oponentes. Su gran amistad con líderes políticos de la izquierda le acredita no solo como persona dialogante sino de mucha inteligencia porque, para él, el diálogo es una cuestión ética».

«Difícilmente quien le conoce», añade Hidalgo, «puede imaginarle con iniciativas criminales. Dice además, coincidiendo con los planteamientos realizados por el administro investigado ante la juez, que Transición española era incompatible con la eliminación del adversario político propia del genocidio y de los crímenes de lesa humanidad.

TESTIMONIO DE MIGUEL ROCA
Finalmente, el que fuera uno de los padres de la Constitución y ex diputado de Convergencia i Unió durante la Transición, Miguel Roca, recuerda en su misiva los proyectos de construcción democrática emprendidos en la época, tales como el de Ley de Amnistía o los Pactos de la Mongolia, para añadir que respecto a todo ello «la actitud, comportamiento, participación y opinión» de Martín Villa «estuvo siempre en la línea más favorecedora de un espíritu constructivo y de comprensión de las exigencias democráticas que anidaban en nuestra sociedad», con un espíritu «aperturista y liberal».

Para Roca no existe duda alguna de que el comportamiento del administro ahora investigado «estuvo siempre alineado con la voluntad de dotar de bases sólidas la nueva institucionalización democrática de España», para destacar si labor en la consecución de «acuerdos estables que dejaran atrás la historia de la intolerancia que España había practicado» durante la dictadura franquista.

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