Denuncian una política de violencia sistemática en los entrenamientos de jóvenes atletas japoneses

Denuncian una política de violencia sistemática en los entrenamientos de jóvenes atletas japoneses

Abusos sexuales, palizas, privación de agua y alimentos, así como estrangulamientos, tácticas habituales contra los atletas de más de 50 disciplinas Los abusos desembocan en depresión, suicidio y lesiones de larga duración, cuando no incapacitadoras.

Japón

Los jóvenes atletas de Japón –chicos y chicas– se ven expuestos a una política sistemática de abusos físicos, sexuales y verbales durante sus entrenamientos que desemboca en depresión, suicidio, lesiones, trauma y discapacidades físicas, según ha denunciado la organización pro Derechos Humanos Human Rights Watch tras entrevistar más de 800 exatletas de más de 50 disciplinas.

Sus testimonios están recogidos en un informe de 67 páginas titulado: ‘Me pegaron más veces de las que puedo contar: el abuso de las atletas infantiles en Japón’, un informe que detalla la historia de los castigos corporales en los deportes japoneses — una práctica conocida como taibatsu, en japonés — que se extiende por escuelas, federaciones deportivas y escuelas de élite en el país.

Los atletas denuncian haber recibido puñetazos en la cara, patadas, golpes con bates de béisbol o cañas de bambú. Se les ha negado agua, han sido estrangulados, azotados con silbatos o raquetas y han sufrido acoso y abusos sexuales.

LA HISTORIA SE REPITE

Esta situación no es nueva en Japón. En 2013, durante la presentación de la candidatura de Japón para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos que albergará, en principio, en 2021, salieron a la luz una serie de vídeos de casos de abuso a jóvenes atletas de alto perfil, algunos de los cuales acabaron quitándose la vida.

En 2018 apareció otro vídeo en el que un entrenador de béisbol de una escuela de la prefectura de Aichi, en el sur del país, aparecía golpeando a los jugadores de su equipo con tanta fuerza que algunos se tambaleaban por los impactos.

Aunque la indignación de la opinión pública pareció inducir a importantes reformas, como el establecimiento de líneas directas contra el abuso, HRW ha denunciado que esta nueva normativa es más una opción que una regla fija, que el progreso en su aplicación ha sido irregular, que no existe supervisión alguna y que nunca se ha establecido la obligatoriedad de presentar informes estadísticos de los abusos.

Por todo ello, HRW denuncia que las autoridades japonesas se enfrentan, una vez más, a un caso de violación de sus propias leyes contra el abuso infantil, las leyes internacionales sobre Derechos Humanos y las regulaciones del Comité Olímpico Internacional sobre la protección de los atletas con esta política que se desarrolla, según la organización, con amplia impunidad.

Según la ONG, el abuso infantil en el deporte sigue siendo aceptado y normalizado en gran parte de la sociedad japonesa, donde los jóvenes atletas tienen muy difícil presentar una queja contra un entrenador abusivo, que rara vez es castigado por las escuelas o las federaciones.

EN SUS PROPIAS PALABRAS

‘Chieko T.’, bajo pseudónimo, es una atleta de élite de 20 años de edad que denuncia en el informe los abusos sexuales que sufrió de su entrenador. Uno de estos episodios ocurrió mientras la atendía de un hombro dislocado.

Tras un entrenamiento, le obligó a quitarse toda la ropa y tocó su cuerpo desnudo, bajo la excusa de que estaba «tratando sus dolencias». «Cada vez que lo hacía quería vomitar», recuerda Chieko. «Su olor, manos, ojos, cara… su voz, odiaba todo de él».

Otro atleta, ‘Daiki A.’, también bajo pseudónimo, recuerda las palizas que sufrió a manos de su entrenador de béisbol en su instituto de la región de Kyushu. «Me pegó tantas veces que no puedo ni contarlas. Todo mi equipo padeció el taibatsu. Yo era el pitcher (lanzador) del equipo, y mi entrenador me dijo que no me estaba tomando el calentamiento demasiado en serio, así que nos llamó a todos y comenzó a pegarnos. A mí me pegó hasta que comenzó a sangrarme la nariz, pero eso no le detuvo», recordó.

Quien sí habla con su nombre real es la ex estrella del combinado nacional de voleibol de Japón Naomi Masuko. «No recuerdo ni una sola buena palabra de mi entrenador. Todos los días me imaginaba cómo evitar que me golpeara. Odiaba el voleibol, simplemente».

En 2015, Masuko decidió organizar un torneo de voleibol para denunciar los abusos y romper el ciclo de la violencia. «Cuando crecí, acabé hablando cara a cara con mi entrenador, quien me confesó que en su generación la situación era mucho peor. Mi trabajo es romper esa cadena», explica.

UNA OPORTUNIDAD EXCEPCIONAL

La directora de iniciativas globales de Human Rights Watch, Minky Worden, considera que la atención mundial sobre los JJOO proporciona a Japón y al mundo entero «una oportunidad única en una generación para cambiar las leyes y políticas de protección a millones de niños deportistas».

La principal recomendación de Human Rights Watch es que el país establezca un Centro para el Deporte Seguro, un organismo independiente encargado de abordar el abuso infantil en el deporte japonés para garantizar el seguimiento de las denuncias de abuso, y disuadir de esta práctica mediante la identificación e inhabilitación de entrenadores abusivos.

«La adopción de medidas rotundas para proteger a los niños deportistas enviará un mensaje a los niños de Japón de que su salud y bienestar son más importantes que las medallas, al tiempo que avisa a los entrenadores abusivos de que su comportamiento ya no será tolerado», ha asegurado Worden antes de remachar que si Japón actúa ahora, «puede servir como modelo para que otros países pueden poner fin al abuso infantil en los deportes».

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