La pandemia renueva el interés de los bancos centrales por sus monedas digitales propias

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La pandemia renueva el interés de los bancos centrales por sus monedas digitales propias

Las monedas digitales podrían aumentar el abanico de instrumentos de la política monetaria.

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Pese a coquetear con la idea de un euro digital, el Banco Central Europeo (BCE) había descartado de momento la idea por el daño que podía causar a los bancos comerciales. Sin embargo, la profunda crisis económica y social provocada por la pandemia del coronavirus Covid-19 podría haber cambiado el escenario por completo, tanto para la institución que preside Christine Lagarde como para el resto de bancos centrales, creando un problema adicional para los bancos comerciales.

“La pandemia de Covid-19 está dando un impulso dramático a los estudios de los bancos centrales para crear sus propias monedas digitales”, señalan los analistas de ING Mark Cliffe y Carlo Cocuzzo en un reciente informe. “Además del repentino aumento de los pagos sin contacto y sin dinero en efectivo, la pandemia está despertando un interés renovado en la posibilidad de que las monedas digitales de los bancos centrales amplíen el conjunto de instrumentos de política monetaria para hacer frente a una dramática recesión”.

La monedas digitales de los bancos centrales (CBDC por sus siglas en inglés) “podrían ayudar a conseguir dinero en efectivo o incluso préstamos rápidamente a personas y empresas”, o incluso “permitir que los tipos de interés se desplacen a un terreno marcadamente negativo”. No obstante, las implicaciones sobre los bancos comerciales “podrían ser profundas”.

Las consecuencias para los bancos comerciales serían “revolucionarias”, consideran los expertos del banco holandés, ya que las entidades se encontrarían compitiendo con los bancos centrales y con los grandes gigantes tecnológicos, que también han coqueteado con sus propias criptomonedas. “El acceso universal al balance del banco central y la creación de un nuevo activo libre de riesgos crearía nuevas oportunidades, pero también plantearía nuevos desafíos para los bancos centrales, los bancos comerciales y los mercados financieros”.

La forma que adopten los CBDC se complicará por el hecho de que los diferentes bancos centrales “perseguirán diferentes motivos, estrategias y experimentos. Además de mejorar las infraestructuras de pago existentes, algunos tratarán de promover la inclusión financiera o de frenar los delitos financieros y la economía sumergida”.

Los expertos de ING consideran que una moneda digital basada en tokens sería el “escenario menos perturbador” para los bancos comerciales. “Dado que los bancos centrales, al menos por ahora, carecen de los recursos necesarios para asumir tan radicalmente las funciones bancarias, es más probable que el CBDC se distribuya a través de los bancos”. “Esto permitiría a los bancos centrales evitar gran parte del costo y el riesgo de examinar y atender a los clientes, prestar servicios complementarios (como las tarjetas y los productos de inversión) y crear y dirigir la tecnología y las operaciones”.

Los tokens “serían efectivamente versiones digitales del efectivo y evitarían la carga de la gestión y verificación de cuentas”. Sin embargo, si esto permitiera a los actores no financieros como las grandes empresas de tecnología (como Facebook con Libra) entrar en las finanzas digitales, esto aumentaría la competencia en un mercado ya muy disputado, reduciendo aún más los márgenes y cuestionando las relaciones con los clientes de los bancos”.

“La aparición de los CBDC plantea algunas cuestiones estratégicas profundas para el futuro de los bancos comerciales, en un momento en que su rentabilidad ya está en entredicho”, concluyen los autores.

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