“No estamos preparados ni para la gripe. En Madrid el sistema es absolutamente raquítico”

Mónica García, anestesista y diputada de Más Madrid

“No estamos preparados ni para la gripe. En Madrid el sistema es absolutamente raquítico”

La anestesista y diputada de Más Madrid defiende que si se abrieran todas las camas cerradas en la región “no necesitaríamos” el hospital de pandemias anunciado por Ayuso.

Mónica García, médica y diputada de Más Madrid en la Asamblea de Madrid

La diputada de Más Madrid Mónica García sabe de primera mano lo que es enfrentarse al Covid-19. Esta parlamentaria ha compaginado estos últimos meses su labor de anestesista con su escaño en la Asamblea autonómica. De ahí que advierta sobre la situación en la que se encuentra la Sanidad madrileña, cuyas carencias se han puesto de manifiesto con esta pandemia.

“Si no estamos preparados para la gripe nunca estaremos preparados para este tipo de epidemias”, afirma la representante de Más Madrid en el Parlamento regional en una entrevista a EL BOLETIN, en la que recuerda que todos los años se colapsan las Urgencias. Y todo porque la región tiene un sistema sanitario “absolutamente raquítico” que no es capaz de afrontar “una pequeña variación de la demanda”, como puede ser la gripe. Algo que podría empeorar en invierno ante la posibilidad de un rebrote por el Covid.

Asimismo, denuncia que la Comunidad de Madrid “es una máquina de expulsar profesionales y de expulsar talento” de la Sanidad, cuyo sistema público, cuando está gestionado “por gente que desconfía y desprestigia a la misma”, se convierte “en un caballo de Troya”.

Mónica García tampoco ve sentido a la instalación de un hospital para pandemias con mil camas en Valdebebas, tal y como ha anunciado la presidenta Isabel Díaz Ayuso. Para la diputada “no soluciona ni siquiera el déficit de camas cerradas que tenemos en los públicos”. “Si se abrieran todas las que tenemos cerradas no necesitaríamos ese hospital”, sostiene.

-Todo el mundo coincide en que se ha llegado tarde al Covid, pero ¿qué ha fallado? ¿Por qué no saltaron las alarmas?

Hay muchas causas, es multicausal, y tiene que ver con factores como la forma en que hemos afrontado las crisis anteriores, tanto las que eran sanitarias, las que se circunscribieron a Asia y luego la de la Gripe A; y luego también con la dicotomía entre salud y economía. Tomar las medidas que se necesitaban en salud obviamente afectaban mucho a la economía. Realmente, los radares que teníamos en ese momento, que seguimos teniendo, no estaban lo suficientemente conectados como para prever lo que teníamos encima. Se puede analizar desde muchos puntos de vista: desde la falta de recursos hasta las propias características de la enfermedad, que es que tiene un periodo en el que antes de dar síntomas eres contagiante, pero no da la cara. Es multicausal porque llegamos tarde y en el único factor en el que podemos influir es en el de hacer mejor una vigilancia epidemiológica y hacer mejor un rastreo de cada caso que aparezca.

-¿Ha tenido que llegar una crisis de estas características para que se pongan de manifiesto las carencias del sistema?

Creo que muchas de las carencias sabíamos que existían, lo que pasa es que no les estábamos dando la importancia que tenían. Esta epidemia lo que ha hecho es ponerlas en primer plano. Estas carencias de las que llevábamos hablando mucho tiempo han dado la cara de esta manera tan dramática. Todo el tema de las residencias, de por qué no han funcionado los radares, han fallado las cadenas de mando o las compras… Han puesto sobre la mesa de una manera descarnada muchas de las cosas que llevamos tiempo señalando y denunciando.

La Comunidad de Madrid es una máquina de expulsar profesionales sanitarios

-¿La solución pasa por la creación de nuevos hospitales, como el que se hará en Valdebebas?

Clarísimamente, no. Entre otras cosas, porque el mensaje que se está dando es que esto no lo vamos a poder prevenir nunca. El fallo no ha estado en los hospitales, ha estado, primero, en las características del virus, y luego en la Atención Primaria y Salud Pública. Un hospital de pandemias de mil camas no soluciona ni siquiera el déficit de camas cerradas que tenemos en los públicos. Si se abrieran todas las que tenemos instaladas teóricamente no necesitaríamos ese hospital. Donde tenemos que poner el foco no es en que cuando llegue, si es que llega, volvamos a estar desbordados, sino en cómo prevenir para no estar desbordados. Es un mensaje engañoso que tiene que ver con la política del PP de estos últimos años de enfocar la sanidad en el ladrillo, que le ha dado muchos réditos, aunque también disgustos en sumarios judiciales, y es básicamente no entender de qué va la sanidad.

-¿Está la sanidad en Madrid preparada para este invierno? Sobre todo, teniendo en cuenta que ya se colapsan las Urgencias con la gripe cada año…

Es uno de los monitores que nos indican que no estamos preparados ni siquiera para la gripe. Tenemos un sistema sanitario en comunidades como la de Madrid absolutamente raquítico con el cual una pequeña variación de la demanda, como puede ser la gripe, que es conocida, anual, controlada y con vacuna, hace que se colapse el sistema. Si no estamos preparados para la gripe nunca estaremos preparados para este tipo de epidemias. Necesitamos, por lo menos, tener un colchón de flexibilidad que nos dé cierta garantía y seguridad de que vamos a poder asumir las epidemias que conocemos, y luego ya poner todos los mecanismos para todo lo que sea planes de emergencia.

-¿Se encuentra la sanidad infrafinanciada? ¿Por qué cree se insiste en el modelo público-privado, hay algún caso de éxito?

No hay ningún estudio que avale que la gestión privada con dinero público funcione mejor. Si acaso hay lo contrario. Modelos que han demostrado que no solamente son colaboración público-privada, sino parasitación público-privada. Esto nos lleva a un deterioro de ese concepto. Estoy seguro de que sí que hay empresas privadas que son capaces de colaborar con la administración pública. Sin embargo, el modelo que han instaurado durante todos estos años en la Sanidad es un modelo de parasitación público-privada con la convivencia de la propia administración que lo que hace básicamente es desviar fondos, crear sobrecostes y beneficiar con dinero público a empresas privadas que te harían el mismo servicio, o con peores condiciones, de lo que tú lo podrías hacer.

El ejemplo está en los servicios de limpieza. Hay estudios que hablan de que la privatización de los servicios de limpieza ha hecho que haya repuntes de infecciones en los hospitales y, sin embargo, en esta misma pandemia han aprovechado la situación para intentar la privatización del servicio de limpieza del Gregorio Marañón. Al final tiene que ver con mantener negocios de empresas que muchas de ellas no están ni en España, están en paraísos fiscales.

Las organizaciones sanitarias son abono y tierra cultivada para la corrupción

-¿Política de amiguetes?

Una política de amiguetes, sí. Es una política basada en intereses particulares y lucrativos de una empresa particular.

-¿Cree que no se valora los suficiente a los sanitarios? Hay muchos que dejan la región ante los contratos basura que les están ofreciendo.

La Comunidad de Madrid es una máquina de expulsar profesionales y de expulsar talento. Las condiciones que les están proponiendo, por ejemplo, a los MIR son indignas, además de ir acompañadas de amenazas. No saben cuándo se va a rescindir el contrato ni dónde van a trabajar. Y o lo cogen o no trabajan en Madrid. Este es el modus operandi normal de la Comunidad y esto es lo que ha hecho que durante muchos años hayamos centrifugado el talento y la gente prefiera trabajar en otras comunidades. Ahora mismo no hay excusa. Hay dinero para invertir y tenemos un déficit histórico y estructural de profesionales. Solamente esto pasa por un concepto ideológico del maltrato de lo público.

-¿Qué sentido tiene haber invertido en la formación de estos trabajadores si luego dejas que se vayan, o los empujas a irse?

La sanidad pública gestionada por gente que desconfía y desprestigia a la misma es un caballo de Troya que nos hace mucho daño. ¿Cuál es la manera de hacerle el mayor daño a un sistema en el que no crees pero que gestionas? Es su núcleo, su cuore, que son sus profesionales. Si los tienes descontentos, desmotivados y desligamos de su propia organización, ya tienes el caldo de cultivo para que el sistema en sí mismo no funcione. Lo dramático es que eres tú el que desde dentro estás dinamitando el sistema por tu ideología.

-Ha compaginado la labor política con la sanitaria, ¿cree que las consecuencias emocionales para los sanitarios serán difíciles de borrar?

Sí que tenemos una fractura emocional que hay que reparar, porque realmente lo que se ha vivido ha sido muy duro. Por una parte, han prevalecido algunos valores como la solidaridad o la empatía, pero por otra parte hemos vivido el dejar a pacientes fuera, no tener recursos para poder tratarlos. Es una realidad que nos ha hecho mella emocional. No solo hay que reponer la fractura emocional de los profesionales, sino también en la sociedad. Esa gente que ha pasado la enfermedad con miedo.

-Estas semanas se han conocido varias informaciones de El País sobre las residencias y la hospitalización de enfermos de Covid. ¿Hay ancianos de primera y de segunda?

Hemos pensado que no, creíamos que no y los hechos nos han demostrado que sí. Nos hemos dado cuenta de que, no solo ya de por sí hemos considerado a los ancianos de segunda, porque hemos creado un modelo de cuidados en el que les hemos dado un servicio low cost, hemos vendido su cuidado al mercado del low cost; sino que además luego ha salido que aquellos que tenían un seguro privado sí que tenían su cama reservada. Esto desmonta toda la teoría de que la pública y la privada han trabajado al unísono y que eran una sola Sanidad. Esto es una discriminación, también económica. Es una señal terrible en la que se dice que si tienes dinero sobrevives y si no, no sobrevives.

-¿Habría que reformular la gestión? ¿Deberían las administraciones recuperar la gestión de las residencias concertadas?

Es un debate que se viene planteando y denunciando desde hace mucho tiempo. Llevamos años escuchando a las familias denunciar a estas empresas, que están en paraísos fiscales y que han puesto el cuidado de los mayores en el mercado del low cost. Llevamos años sabiendo que a estas empresas no se las penaliza, se las vuelve a contratar. Hay una connivencia con la administración, que lo que ha hecho es dar el menor dinero posible y luego no mirar, no controlar. En Madrid solo el 10% de las residencias son públicas. El resto, habrá algunas que éticamente se hayan gestionado bien y otras que solo han buscado el lucro y dar rendimiento a sus accionistas. Se ha demostrado que el lucro y la vida no siempre están alineados.

Ningún estudio avala que la gestión privada con dinero público funcione mejor. Si acaso hay lo contrario

-¿En qué situación se encuentra la Atención Primaria? ¿Qué pasa con los anunciados rastreadores?

Se podría titular ni rastro de los rastreadores. Necesitamos varias cosas: una Atención Primaria y una Salud Pública que sean firmes y potentes, para eso tenemos que revertir los recortes de los últimos años, y una vigilancia epidemiológica que esté basada en unos equipos estables en los que cada uno de los casos sean rastreados para saber dónde está cada uno de los focos. En eso nos jugados todo. No puedo entender cómo la Consejería de Sanidad y la Comunidad, con lo que hemos pasado, no sea capaz de invertir en lo más básico: la vigilancia epidemiológica. No encuentro ningún motivo, ni siquiera ideológico, como para volver a fiar nuestra suerte a una ruleta.

-En el Congreso, en su comparecencia este viernes, ha pedido trabajar en una Ley anticorrupción y fomentar la transparencia. ¿Cómo tendría que ser esa ley?

Las organizaciones sanitarias son abono y tierra cultivada para el conflicto de interés y para la corrupción. En España, no solo no tenemos una oficina o una ley anticorrupción, sino que ni siquiera hablamos de ella, no ponemos el tema en la mesa. No solo la corrupción que acaba en sumarios judiciales, sino la que hace que la propia institución esté socavando sus propósitos. Todo lo que tiene que ver con sobrecostes, con conflictos de interés, todo lo que tiene que ver con una organización que no está mirando a sus pacientes, sino a negocios, chanchullos o a amigos. Todo esto hace que el dinero no esté destinado a la salud, sino a otros fines diferentes. Esto hace que nos tengamos que poner a trabajar seriamente.

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