La «recolonización» de las ciudades por animales se revertirá con el fin del confinamiento

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La «recolonización» de las ciudades por animales se revertirá con el fin del confinamiento

Un experto alerta de manadas de perros que pueden ser peligrosas, especialmente en la España vaciada donde se pueden cronificar

Jabalí Madrid

Las medidas de confinamiento por el estado de alarma decretado hace un mes para frenar la expansión del coronavirus en España y de forma similar en otros países ha permitido a numerosos ejemplares de distintas especies de fauna explorar las ciudades y los pueblos ante la ausencia del ser humano pero esta «recolonización» será muy probablemente reversible una vez se recupere la vida normal, según expertos.

Para el profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Fernando Valladares, se trata de un «experimento nuevo» a una escala global que afecta a poblaciones enteras de animales e incluso a «metapoblaciones» ya que las medidas de confinamiento afectan a buena parte de la humanidad.

Si bien, admite en declaraciones a Europa Press que en este experimento sin precedentes no hay aún datos concluyentes y considera que lo más probable es que estos animales, como jabalíes, corzos, jinetas, zorros, etcétera, estén explorando nuevos hábitat, nuevos nichos de hábitat ya que las especies tienen un comportamiento «flexible» por lo que ve «posible» que cuando se recupere la actividad humanas estos volverán a sus lugares de origen.

En cuanto a los entornos más pequeños que las grandes ciudades, Valladares confirma que se están viendo que los animales campan a sus anchas sin ser molestados ni vistos y ahí sí puede haber un «problema», por ejemplo porque se están observando manadas de perros que se van escapando, se juntan y organizan en manada que pueden llegar a ser «más peligrosas» que las manadas de lobos, porque estos conocen el comportamiento humano.

«Eso sí puede ser un precedente en zonas de la España vaciada donde estos riesgos se pueden cronificar», ha añadido.

El investigador del CSIC distingue entre las especies según su ciclo de vida. Así, subraya que aquellas de ciclo de vida corto, como los conejos, tengan tiempo de reproducirse y criar en estas nuevas condiciones y esas nuevas crías que nazcan desarrollen costumbres diferentes y muestren una menor inhibición a la hora de ocupar espacios urbanos que sus pares. Por el contrario, jabalíes o corzos, cuyo ciclo de reproducción es más largo «probablemente volverán a la prudencia de alejarse de los humanos».

Por otro lado, advierte de que para las especies que nazcan en las ciudades estas pueden volverse en su contra porque estarán más expuestas a capturas intencionadas o prescritas e incluso a accidentes como atropellos al estar más acostumbrados al entorno humano. «Eso ocurre también con la cría de aves en cautividad, que es muy delicado porque hay que estar muy pendiente de que no vean a los humanos para que no se acostumbren a ellos y sus cuidados, para evitar así que una vez sean liberados no vuelvan a estos lugares», comenta.

Por ejemplo, ha señalado que el número de jabalíes cercano a Madrid o Barcelona el pasado otoño llevaron a las autoridades municipales a capturar algunos ejemplares para alejarlos e incluso sacrificarlos. Valladares no descarta que en esta ocasión haya que hacer algo así en determinados puntos.

Respecto a las peticiones de los cazadores para que se les incluya entre las actividades esenciales permitidas dentro del estado de alarma para ejercer control de poblaciones y evitar daños, considera que «en muchos casos es una excusa» para cazar, aunque puede haber zonas concretas donde ya antes de la declaración del estado de alarma hubiera propuestas para capturar o matar algunos ejemplares, como jabalíes en zonas de paradas de autobús de áreas rurales.

Valladares recuerda que los jabalíes a no ser que se sientan intimidados no suelen atacar pero sí pueden provocar accidentes de tráfico, sobre todo en zonas periurbanas, con áreas de matorral y más vegetación por donde pasan zorros, tejones, garduñas o jinetas que son más huidizos que por ejemplo los jabalíes que no se ven intimidados.

En la misma línea, el responsable de biodiversidad y especies de WWF, Luis Suárez, ha explicado a Europa Press que es pronto para tener datos, pero cree que en estos momentos son «anecdóticos» los casos de apariciones de fauna en pueblos o en entorno de ciudades pero siempre cerca de grandes parques o zonas periurbanas, cosa que califica de «normal» porque recuerda que los animales no huyen de las casas o las infraestructuras sino de la presencia de los humanos, del ruido, su olor y agresividad.

RECUPERACIÓN DE POBLACIONES
Igualmente, opina que cuando en cuanto se recupere «la actividad más próxima a la normal» desaparecerán pero seguirán las visitas recurrentes de jabalíes o zorros, entre otros.

Suárez ha subrayado que, a otra escala, sí pueden observarse consecuencias y es que al estar paradas las actividades de caza y pesca se pueden recuperar algunas poblaciones aunque ese impacto es difícil de cuantificar dado el «poco o insignificante tiempo biológico transcurrido». Lo que se teme es que cuando se vuelva a la actividad normal puede pasar que se cace o pesque por encima de lo normal y entonces se vuelva a la situación de déficit de poblaciones.

«Si no hacemos un parón suficiente las especies no se recuperarán. A escala biológica un mes de confinamiento no es nada», ha dicho.

Por su parte, recela de la petición de los cazadores porque recuerda que la temporada de caza «terminó hace poco tiempo» por lo que le suena a excusa «sorprendente» que poco más de un mes después sea necesario hacer control de poblaciones.

«Hay que medir muy bien el posible daño que se pueda estar produciendo y las actividades que son realmente imprescindibles y por las cuales asumimos el riesgo de salir a la calle como para incluir algo que puede suponer dar café para todos», concluye.

Por último, ha observado que el parón de la actividad humana puede tener también algún efecto negativo para la biodiversidad, sobre todo para las aves carroñeras que si no hay caza o actividad de ganadería o no se depositan en carroñas en muladares pueden tener un déficit de alimentación. «No se sabe todavía. Puede haber cierto impacto, pero es pronto para saberlo», ha apuntado.

Finalmente ha advertido de que también habrá que valorar el efecto e impactos de la cantidad «brutal» de productos de limpieza para las fumigaciones necesarias pero que se realizan a diestro y siniestro para acabar con el COVID1-19, que podrían diezmar las poblaciones de insectos, por ejemplo, de los que se alimentan las aves. «Habrá que estudiar el impacto de todo esto», ha pronosticado.

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