El enemigo útil

Coronavirus

El enemigo útil

Quien no tenga algo útil que aportar, lo mejor que hace es respetar el confinamiento y callarse. Tiempo tendrán de hacerlo con conocimiento de causa.

Una persona en Nueva York durante la pandemia de coronavirus

Siempre hemos escuchado que lo que más une a las personas y a los pueblos es un enemigo común. Pero España vuelve a ser un país diferente y en estos momentos de crisis muy grave, en la que están en juego muchos millares de vidas, la pandemia del coronavirus está demostrando que el enemigo común que sin duda es, puede convertirse en un aliado útil.

Es muy triste lo que está ocurriendo y más que por la frialdad de unas cifras escalofriantes de contagiados y víctimas por el relato de casos concretos que vamos conociendo y nos ponen los pelos de punta. Son muchos, muchísimos, los españoles que están pasando lo que no está escrito y ya no sólo cuando se trata de infectados: ancianos desamparados, personas impedidas aisladas, hogares donde los confinados carecen de recursos para subsistir, familiares que no pueden despedirse…

Pero quizás más triste aún sea la actitud de algunos compatriotas, líderes y mindundis de la política, que se están aprovechando para conseguir lo que no saben hacer valiéndose de argumentos y… en muchos casos, también por no saber escuchar, esperar y razonar. El ejemplo de algunas actitudes públicas es deplorable. Existen excepciones, claro – creo que la del presidente gallego, Núñez Feijóo, o la de la nueva presidente de Ciudadanos, Inés Arrimadas, es una excepción –, pero son las menos.

Tal parece que algunos de los gobernantes o representantes que nos hemos dado no piensan ni concluyen que en las actuales circunstancias lo más importante es salvar vidas. Nada puede ser prioritario. Hay otras inquietudes lógicas, como es la suerte de la economía que en el futuro serán fundamental para la recuperación cuando pase el peligro. Pero las vidas, primero, y en ese empeño debemos implicarnos todos.

Las críticas, siempre bienvenidas, deberían ser más fundamentadas ahora que nunca. Quienes las prodigan tendrían que detenerse a evaluar si ellos lo harían mejor y contando con actitud destructiva de sus adversarios. Es posible que así fuese, pero está por demostrar si el tiempo que se pierde y la moral colectiva que se deteriora es más útil que sumarse al empeño colectivo por enfrentar con éxito el problema.

Cuando pasado algún tiempo se analice la historia de esta pandemia que nadie esperaba ni, por lo tanto, nadie estaba preparado para combatirla, serán muchos los elementos que tendrán que ser considerados antes de llegar a conclusiones. La realidad en estas circunstancias es que quien no tenga algo útil que aportar, lo mejor que hace es respetar el confinamiento y callarse. Tiempo tendrán de hacerlo con conocimiento de causa.

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