El mercado de oro, en jaque por las restricciones del coronavirus

Metales preciosos

El mercado de oro, en jaque por las restricciones del coronavirus

Turbulencias sin precedentes entre los futuros y el mercado al contado por las dificultades de trasladar el oro.

Barras de oro del tesoro del Banco Central alemán, Bundesbank, presentadas en la sede central de Fráncfort

En momentos de turbulencias como los actuales, uno de los refugios habituales de los inversores es el oro. Sin embargo, las características especiales de la crisis por la propagación del coronavirus han puesto a prueba como nunca el comercio del metal precioso, con distorsiones sin precedentes en este mercado.

Aunque hay miles de toneladas de barras de oro en bóvedas alrededor del mundo, de repente es mucho más difícil conseguir metal cuando y donde se necesita. “Desde la semana pasada, las mascarillas, los desinfectantes de manos, los rollos de papel higiénico y los lingotes de oro tienen algo nuevo en común: se agotan cuando todo el mundo intenta comprarlos”, señala Vincent Tie, de Silver Bullion Pte Ltd a la agencia Bloomberg.

Gran parte del oro del mundo se almacena en bóvedas en Londres, Suiza y Nueva York. El depósito más grande es el de la Reserva Federal de Nueva York, que contiene 497.000 lingotes. En Londres, el Banco de Inglaterra tiene otros 400.000 lingotes, mientras que otras bóvedas son operadas por bancos y compañías de logística.

El mercado del oro vincula estos centros con minas repartidas por todo el mundo y con refinerías que compran mineral de oro y producen barras y monedas de varios tamaños de acuerdo con la demanda. Esta semana, sin embargo, tres de las refinerías más grandes, situadas en Suiza, se han visto obligadas a cerrar debido al coronavirus.

Al mismo tiempo, cada vez es más difícil transportar oro porque normalmente vuela alrededor del mundo en vuelos comerciales ordinarios, ahora cancelados. En un ejemplo de cómo las cosas se han ralentizado, el envío de oro ruso al extranjero puede tardar ahora una semana en lugar de un día, señala a Bloomberg Alexey Zaytsev, jefe de materias primas y financiación del banco Otkritie.

Estos factores se han combinado para crear una turbulencia histórica en los futuros del oro de Nueva York. Normalmente, los inversores compran futuros para exponerse a los precios del oro sin tener que preocuparse por los inconvenientes diarios de la posesión real del metal, mientras que los bancos utilizan los futuros para cubrir su exposición física al metal.

Sin embargo, si los inversores mantienen su contrato de futuros hasta el vencimiento, recibirán el metal físico en una forma específica, normalmente una barra de 100 onzas. Si el precio de los futuros de oro de Nueva York sube demasiado por encima de los precios del oro en otras partes del mundo, los bancos simplemente compran barras en otras partes del mundo y los llevan en avión a Nueva York. Pero la interrupción de las cadenas de suministro mundial ha puesto en duda este proceso.

El resultado ha sido un fuerte aumento de los precios de los futuros, lo que hace que el metal en Nueva York sea mucho más caro que el oro para su entrega inmediata en Londres. Este spread ha hecho temblar incluso a los traders más veteranos, señala la agencia estadounidense. El martes, la diferencia llegó a rondar los 70 dólares, aunque desde entonces se ha reducido a la mitad. Aun así, históricamente era de apenas unos centavos o pocos dólares.

El oro es tradicionalmente visto como un refugio, un activo que se puede guardar en una caja fuerte o bajo el colchón mientras otros activos se desploman. Para los inversores institucionales es una forma de protegerse contra las pérdidas en otras partes de sus carteras, mientras que los gobiernos han confiado en el metal como moneda universal que puede proporcionar un amortiguador para las reservas nacionales. Actualmente, el preciado metal se cotiza por encima de los 1.600 dólares la onza.

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