Señor ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, un virus microscópico al que ni fronteras amuralladas ni agentes de la autoridad pueden detener ni tampoco reducir su velocidad de propagación; un virus que los ya contagiados, sin saberlo por carecer de síntomas, transmiten, lo cual nos hace a todos sospechosos y obliga a una solidaridad a la distancia establecida.
Pero su responsabilidad es garantizar que la ayuda de mascarillas y respiradores llegue sin demora, más rápida que el virus. Es cuestión de vida o de muertes. Lo que haga falta, donde y cuando haga falta, ya está haciendo falta. Vale