Las primas de riesgo ‘periféricas’ se disparan en plena alarma sanitaria

Coronavirus

Las primas de riesgo ‘periféricas’ se disparan en plena alarma sanitaria

La prima de riesgo italiana supera los 300 puntos y la española los 160 en plena crisis por el coronavirus.

    Christine Lagarde, futura presidenta del BCE

    Un agresivo programa de compra de bonos y una política de tipos cero y negativos sirvieron al Banco Central Europeo (BCE) para contener las primas de riesgo de los países considerados periféricos –como Italia, España o Portugal- durante la anterior crisis del euro. Ahora, sin embargo, la rápida propagación del coronavirus ha vuelto a enseñar las costuras de la política monetaria, con los diferenciales volviéndose a disparar.

    La prima de riesgo española, medida por el diferencial entre la rentabilidad del bono de deuda a diez años español y la del alemán, llegaba a superar los 160 puntos básicos, la diferencia más alta desde hace prácticamente tres años. En concreto, el bono de referencia español ofrecía una rentabilidad, que se mueve de manera inversa al precio, de un 1,38%, la más alta en el último año, mientras que en el caso del bund pagaba un -0,25%. De este modo, la prima se situaba a media mañana en 163 puntos.

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    El caso español no era el único: igual de pronunciada era la subida de la prima de riesgo italiana, con el bono llegando a orecer una rentabilidad del 2,99% a lo largo de la sesión. Posteriormente se relajaba un poco hasta el 2,91%, pero mantenía el diferencial por encima de los 300 puntos básicos. En el caso de Portugal, la prima de riesgo era de 180 puntos.

    La grave crisis sanitaria por la propagación del coronavirus llega en un momento en que las economías de los países están lejos de estar lo saneadas suficiente para afrontar sin riesgos el importante desembolso de dinero público que será necesario para relanzar la actividad. La deuda pública italiana supone más de un 130% del PIB del país, mientras que en España está por debajo del 100% y en Portugal es del 122%.

    El movimiento puede responder también al cambio de discurso del BCE. Frente a la célebre promesa de Mario Draghi de hacer “lo que fuera necesario”, la nueva presidenta de la institución, Christine Lagarde, sorprendió el pasado jueves cuando señaló que “no estamos aquí para cerrar spreads”; unas declaraciones que la pueden perseguir durante su mandato.

    Tampoco han ayudado unas declaraciones del gobernador del Banco Central de Austria, Robert Holzmann, dando a entender que el BCE ha agotado su capacidad de respuesta. La institución se ha visto obligada a emitir un comunicado en el que asegura que está lista para ajustar todas sus medidas de la manera más apropiada en el caso que sea necesario.

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