¿Están creando los tipos bajos el caldo de cultivo de una nueva crisis financiera?

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¿Están creando los tipos bajos el caldo de cultivo de una nueva crisis financiera?

Un documento de trabajo publicado por el FMI alerta de los riesgos de una dependencia excesiva de los ingresos no vinculados a intereses, la financiación mayorista y el apalancamiento.

Termómetro

El escenanio de bajos tipos de interés con el que los bancos centrales han intentado dar impulso a una economía que sigue sin carburar del todo tras la crisis de hace una década ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la rentabilidad de los bancos y la estabilidad financiera. Un reciente ‘paper’ publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) parece dar en parte la razón a los bancos: un fuerte beneficio puede ser una salvaguarda ante futuras crisis, pero mucho de ello depende de en dónde obtengan las entidades sus ingresos.

En un informe elaborado por los economistas del FMI TengTeng Xu, Kun Hu y Udaibir S. Das, se muestra que los altos beneficios reducen el riesgo, fundamentalmente de dos modos. En primer lugar, las ganancias favorecen que los bancos creen colchones contra los choques negativos. Y en segundo, la perspectiva de ganancias futuras restringe el comportamiento más arriesgados de las entidades.

No obstante, aunque el nivel de rentabilidad de los bancos es importante para la estabilidad financiera, es muy importante de dónde provienen los beneficios de un banco, señalan los expertos. En el entorno de tipos de interés bajos tras la crisis, los bancos han diversificado, buscando fuentes de ingresos independeintes del tipo de interés.En ese sentido, el aumento de la dependencia de los ingresos no vinculados a los intereses tiende a asociarse con un aumento de los riesgos para los bancos, medidos tanto a nivel de las empresas como en términos de la contribución al riesgo sistémico.

Eso sí, el nivel de aumento del riesgo depende del modelo de negocio del banco. Si bien las actividades no relacionadas con los ingresos por intereses podrían proporcionar algunos beneficios de diversificación a los bancos minoristas con una relación préstamo/activos relativamente elevada, una dependencia excesiva de los ingresos no relacionados con los intereses podría dar lugar a mayores riesgos.

Los autores señalan que los bancos minoristas pueden estar más inclinados a elegir actividades de ingresos no vinculados a los intereses, ya que son complementarios a su base de clientes de crédito. Algunos ejemplos de ingresos no vinculados a intereses orientados al comercio minorista incluyen las comisiones por servicios de pago -como las comisiones de las tarjetas de crédito- y las comisiones de seguros. Estas actividades tienden a ofrecer beneficios estables y disminuyen el riesgo.

Por el contrario, los bancos menos orientados al comercio minorista pueden obtener una parte relativamente grande de los ingresos no vinculados a los intereses de actividades basadas en el mercado, como la suscripción, la creación de mercados, la negociación y los servicios de banca de inversión. Estas actividades tienden a generar ingresos más volátiles y procíclicos y están asociadas a mayores riesgos, tanto para las propias entidades como para el sistema en general, señalan los economistas del FMI, que alertan también del uso del apalancamiento y de la dependencia de fuentes de financiación mayorista.

También existe un estrecho vínculo entre la competencia y la estabilidad financiera. Los bancos con mayor poder de mercado tienden a asociarse con menores riesgos a nivel de cada banco, pero una mayor contribución al riesgo sistémico. Esta constatación es especialmente pertinente dado el aumento de la consolidación bancaria tras la crisis financiera mundial, apuntan los autores.

Los resultados del ‘paper’ “muestran la necesidad de evaluar la fuente y la sostenibilidad de los beneficios bancarios, especialmente cuando existe una dependencia excesiva de los ingresos no vinculados a intereses, la financiación mayorista y el apalancamiento”. “Prestar más atención a estas cuestiones puede ayudar a los responsables políticos a diseñar y calibrar mejor las pruebas de estrés y el análisis de riesgo sistémico”, concluye el informe.

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