La primera ministra británica, Theresa May, estaría barajando una modificación del Acuerdo del Viernes Santo de 1998 como fórmula para desatascar el proceso de salida de Reino Unido de la Unión Europea, según publica The Daily Telegraph.
Tras la derrota por un margen histórico en el Parlamento británico del acuerdo que alcanzó Londres con Bruselas, la primera ministra informará este lunes al Parlamento de un Plan B para el Brexit elaborado tras una ronda de conversaciones con los partidos políticos representados en Westminster y con dirigentes de la UE.
Una de las propuestas que estudia es la revisión del acuerdo de paz de Irlanda del Norte que puso fin a décadas de violencia del IRA e incluir en el mismo un compromiso formal para evitar una frontera “dura” entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda en cuanto Reino Unido salga de la UE.
Este texto sería una garantía para Irlanda y para el Partido Unionista Democrático (DUP), el partido norirlandés cuyos diputados en Londres podrían ser claves para la ratificación de cualquier acuerdo de salida de la UE.
A la espera de la intervención de May, la prensa británica comienza a especular con que será necesaria la intervención de la reina Isabel II. Así lo considera al menos el exabogado constitucional del gobierno Sir Stephen Laws. “Es un deber sagrado de todos los políticos de Reino Unido no involucrar al monarca en la política. Tienen la responsabilidad constitucional de resolver las dificultades entre ellos de acuerdo con las reglas y de no recurrir al árbitro final”.
“Sin embargo, ¿no podría un gobierno en esa situación pensar que este fue precisamente el último recurso para el cual se retiene el proceso de Sanción Real?”, apunta Laws. “¿Cómo debe reaccionar la monarca a tales consejos?”, se pregunta: “La respuesta no es directa, y la posibilidad de que se tenga en cuenta en una crisis política de la vida real es increíblemente espantosa”.
