Por qué no soy presidente de la Academia de TV

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Por qué no soy presidente de la Academia de TV

Deseo suerte y le auguro aciertos a María Casado sobre quien no tengo duda que será una buena presidenta.

Diego Carcedo

Hace algunos días expuse las razones por las que quería ser presidente de la Academia de Televisión. Entonces adquirí un compromiso tácito de llegado el momento de explicar por qué lo era o, como ocurre, no lo soy. Y es muy sencillo: porque perdí las elecciones. Ganó ampliamente María Casado, sobre quien no tengo duda que será una buena presidenta. La felicito por esta vía ya que la noche de la elección me cogió fuera de Madrid y no disponía ni de su correo ni de su teléfono para hacerlo en el acto. Le deseo suerte y le auguro los aciertos que la Academia necesita para continuar incrementando su prestigio y su importancia institucional y profesional.

Fueron unas elecciones con una campaña empañada por frecuentes fallos en la organización, disculpables si se tiene en cuenta la limitación de estructura y medios para organizarlas, pero correctas en su desarrollo y desenlace. El voto de los académicos manda, yo era el primero en saberlo, e inmediatamente lo he aceptado. No me quedo con duda alguna. Cuando se participa ya se sabe que igual que se puede ganar se puede perder. Todavía no he analizado en profundidad qué es lo que limitó el número de votantes que se inclinaron por mi candidatura y prometo que intentaré hacerlo. Agradezco por supuesto a cuantos me votaron pero también todos los que participaron.

Lo más probable, pienso, es que mi imagen profesional y personal no despertó la confianza de muchos. ¡Qué le voy a hacer! Analizaré los errores que haya podido haber cometido para corregirlos de cara a otras iniciativas o empresas en las que me implique en el futuro. Lo que tengo bien claro es que culpa de los otros 23 miembros de la candidatura — y muy particularmente de quienes encabezados por Alejandro Lavilla, la lideraron –, no ha sido. En absoluto. Antes al contrario: pusieron en marcha una campaña moderna fundamentada en un programa alternativo y progresista.

Cuantos colaboraron, que fueron todos, demostraron una excelente capacidad de imaginación y gestión, derrocharon esfuerzo y entusiasmo y dejaron bien claro que formaban parte de un equipo cohesionado que no he podido ni puedo por menos de admirar. A muchos integrantes no los conocía previamente y cuando les fui tratando comprendí muy bien la voluntad que les estaban empujando a trabajar unidos en torno a un buen proyecto. Lamento no haberles proporcionado ni la colaboración suficiente ni la capacidad necesaria para el triunfo. En cambio, me quedó como premio, que les agradezco, la admiración que como equipo me han causado y la amistad individual que me han ofrecido.

Si algo me queda por decirles es que sigan trabajando con el mismo interés por la Academia de todos y pedirles que cuenten con mi modesta colaboración para cualquier empresa, proyecto o iniciativa que en el futuro se propongan desarrollar si es que estiman que en algo puedo serles útil. Me daría mucha pena que la unidad de un equipo tan brillante profesionalmente, tan plural y combativo se pierda por esta derrota que los integrantes no merecieron, aunque sé que todos las aceptaron con deportividad y el mayor respeto democrático.

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