Las personas se intranquilizan en la fila, se ponen nerviosas tras fijar con fuerza la vista entre la nevera y las manos de los que le corresponde comprar. Y es que está pasando lo que hace pocos meses no sucedía porque no son los dueños de restaurantes o cafeterías privados los que arrasan a falta de un mercado mayorista, sino que se trata también del simple consumidor que, móvil en mano, avisa a familiares y amigos para recibir indicaciones de cuántos paquetes comprar. “Vuelan” los animalitos.
Al parecer, sigue en discusión el anuncio reciente de la ministra de Comercio Interior con la propuesta de regular 48 productos. Tal determinación de las autoridades sería quizás lo más acertado porque lo contrario, aumentar la oferta, es como las socorridas peras (no manzanas) al olmo. Mientras tanto, en una variante de la orden del atracador callejero, la alternativa no es otra que el pollo o la vida porque ni soñar con el pescado o la carne de res.