El Foro Davos pide “reconocer que el turismo tiene límites” con Barcelona como ejemplo

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El Foro Davos pide “reconocer que el turismo tiene límites” con Barcelona como ejemplo

Un análisis del Foro Económico Mundial lamenta las "proporciones desastrosas" del turismo masivo para los residentes y el medio ambiente en destinos de todo el mundo.

Protestas contra el turismo masivo en Barcelona.

El flujo de turistas en todo el planeta ha crecido un 50% en una década. Europa acogió en 2016 a un 35% más de turismo que en 2005. Para manifestar su preocupación por el turismo masivo, el Foro Económico Mundial ha echado mano del caso de Barcelona: calcula que en 2017 hubo 30 millones de pernoctaciones en una ciudad de 1,6 millones de habitantes.

Hace apenas unos días, Bloomberg constataba que la capital catalana ha entrado en el top 20 de las ciudades de todo el mundo con alquiler turístico más caro. De hecho, Barcelona es la ciudad donde más se han disparado los precios del alquiler tradicional, un 40% más caros en 2018 que hace solo cuatro años.

Pero no es ni mucho menos la única víctima del sobreturismo y su inevitable concomitancia con la turismofobia: el también llamado Foro Davos entiende que se trata de un problema “verdadermente global” que ha alcanzado “proporciones desastrosas” en otros lugares. Y cita un segundo destino español: Palma de Mallorca, caso que compara con otros como París, Dubrovnik o Berlín.

“Recientemente, las autoridades tailandesas se han visto obligadas a actuar por la gran cantidad de turistas que visitaban Maya Bay, la playa que se hizo famosa con la película The Beach, provocando un impactante daño ambiental”, recuerda el foro con sede en Suiza.

En uno de sus últimos análisis, entiende que plataformas como la Asamblea de Barrios para el Turismo Sostenible (ABTS) en Barcelona, así como la Red de Ciudades del Sur de Europa contra el Turismo (SET) se hayan colocado “a la vanguardia” de la lucha contra una actividad que permite que “el sentido único que caracteriza a una ciudad se desvanezca bajo una ola de tiendas, souvenirs, multitudes, autobuses turísticos y bares ruidosos”.

De los cruceros a Airbnb

El Foro define el sobreturismo como “el aumento excesivo de visitantes que provoca sobrepoblación en áreas donde los residentes sufren las consecuencias de picos de turismo temporal y estacional que imponen cambio permanentes en sus estilos de vida, acceso a los servicios y bienestar general”. No tiene dudas sobre que se trata de un fenómeno que “está dañando el paisaje, dañando las playas, exponiendo a las infraestructuras bajo enorme presión y expulsando a los residentes del mercado de la vivienda”.

“Es un problema enormemente complejo que a menudo se simplifica demasiado”, concluye. Su análisis repasa desde la industria internacional de cruceros y su “contaminación física y visual” hasta la “especulación inmobiliaria” y el problema de Airbnb.

Como plataforma que lleva la economía en su nombre, Davos no pasa por alto que la generación de empleo, inversiones y beneficios económicos del turismo. “Pero el turismo masivo se da cuando su expansión no reconoce que hay límites”: “Las autoridades han sido hasta ahora incapaces de lidiar con la afluencia abrumadora que genera la cadena turística global”, para estos analistas germen de la turismo fobia “descrita por primera vez por Manuel Delgado hace más de una década como una mezcla de repudio, desconfianza y desprecio hacia los turistas”.

El artículo pide tomárselo como una prioridad: “Porque a pesar del aumento de protestas perdura la promoción turística, y hordas insostenibles de turistas continúan descendiendo a ciudades, playas y otras maravillas naturales”.

El Foro no es optimista porque cree que gestionar los flujos parece una tarea “improbable”, pero se congratula de las medidas “drásticas” para limitar el fenómeno, incluidas nuevas medidas fiscales, multas y “desmercantilización” de destinos, además de la apuesta por un turismo de alto gasto y bajo impacto en lugar de atraer a grandes grupos de visitantes.

Pero alerta de las consecuencias: porque las llegadas frenadas repentinamente tienen gran impacto económico sobre quienes viven de ellas. “El exceso de turismo es una responsabilidad compartida”, concluye el Foro de Davos, pidiendo “priorizar el bienestar de los residentes locales por encima de las necesidades de la cadena de suministro turístico global”.

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