La otra cara de la revolución industrial en curso

Tribuna

La otra cara de la revolución industrial en curso

Las nuevas tecnologías ofrecen un gran potencial para mejorar el bienestar de la población, pero también se necesitan determinar las reglas éticas y políticas respecto a ellas.

Criptomonedas

Casi exactamente en la mitad de este año 2018, el Foro Económico Mundial abrió en Tokio, Japón, el Centro para la Cuarta Revolución Industrial, sede japonesa -de varias a promover-, el cual tendrá como misión codiseñar y dirigir nuevas aproximaciones a las políticas que maximicen los beneficios y minimicen los riesgos de la ciencia y la tecnología.

En esa apertura, el Sr. Klaus Schwab, fundador y líder del influyente Foro, expresó que la revolución industrial en curso es la fuerza determinante de los cambios, no sólo de las industrias y las economías, sino también de las sociedades. Y que esas nuevas tecnologías ofrecen un gran potencial para mejorar el bienestar de la población; pero, que también hay la urgente necesidad de determinar las reglas éticas y políticas respecto a ellas. Por lo cual, el Foro propicia que negocios, gobiernos y sociedad civil trabajen juntos para asegurar un futuro de la innovación centrado en el ser humano.

Tres meses antes, habíamos dicho casi lo mismo en lo relativo a un tema, en el cual hay también una evidente revolución tecnológica y que -con un entorno rayano en la hostilidad y el descrédito, junto con mucha ignorancia- resultaba necesaria una labor que desde entonces llamamos deontológica: ese tema es el de las criptomonedas y criptoactivos, para el cual nos hemos propuesto desde una remota y disminuida ciudad del tercer mundo, la tarea titánica de desarrollar y aterrizar lo que llamamos un «Marco Deontológico de la Criptoeconomía», con sus correspondientes concreciones prácticas.

El desarrollo, por un lado; y, por el otro, la legalidad y regulación de ese nuevo campo de la economía, no sólo no son antagónicos, sino que deben ser complementarios y armónicos. La capacidad de la Criptoeconomía para generar bienestar es innegable e, incluso, aún, en buena medida, inexplorada; y la conveniencia de su apropiada normativa e inteligente regulación son parte del mejor desarrollo. Resulta entonces una sencilla implicación lógica: si hay buenas legislación y normativa regulatoria, habrá, entonces, buen desarrollo de la criptoeconomía.

Claro, la Deontología es más que leyes y normas operacionales de obligatoria o conveniente acatamiento. Es, también, principios y valores, buenas prácticas, soluciones apropiadas, claridad estratégica, vocación por la buena relación con el entorno, actitudes colaborativas, sistemas de incentivos, etc.

A esa «nube» de cometidos nos abocamos. Y lo hicimos con base en nuestra «hoja de ruta» para temas complejos: un ejercicio estratégico, más introspectivo que explícito y sistemático; un juego de escenarios, un texto normativo, un plan estratégico, varios planes operacionales y tácticos y un listado, siempre inacabado, de proyectos, tareas y cometidos prácticos.

Hablamos de unos seis meses de reflexiones y trabajos. Creo que podemos darnos por contentos, teniendo a la vista los resultados. Un análisis estratégico, el cual nos advierte de la necesidad del énfasis en las complejidades y el frenético dinamismo del entorno; derivado de esto último, un «Juego de Escenarios» para la «regulación» (es, ya dicho, mucho más que eso), el cual nos permitió adelantarnos también a criterios expresados a posteriori: la regulación (y la legalidad especial) deben acometerse desde ya, con enfoque global y con intencional apertura; un «Marco Deontológico de la Criptoeconomía», un Plan Estratégico para su despliegue y un conjunto en progreso, de concreciones prácticas.

Nos atrevemos a apuntar al Sr. Schwab y el Foro Económico Mundial: en lo personal y con el equipo que interactúa alrededor del que hemos llamado «Grupo de Deontología de la Criptoeconomía», ofrecemos un trabajo profesional para la nueva «provincia» del conocimiento económico en formación; en términos de trabajo equivalente al señalado para las nuevas tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial.

Las criptomonedas han llegado para quedarse

Convenzámonos de algo: la criptoeconomía vino para quedarse. Lo que se ve es solo el mascarón de proa de procesos -de mayor fondo y derivaciones- de un futuro que no espera. Es que el futuro ya está aquí. Y procede asumirlo. Mejor, para bien que para mal. De nada vale anticipar si no se actúa.

Surge, entonces, la Criptoeconomía, con mayúsculas, nueva «provincia» de la Ciencia Económica. ¡Ah! No sólo hemos hecho el trabajo de definirla, sino de esbozar la «teoría del valor» que la diferencia y perfila nítidamente como un paso adelante a partir de la llamada «Economía Digital».

***Santiago J. Guevara G., es economista venezolano, experto en Prospectiva, Estrategia y Gestión. Profesor universitario jubilado. Ejerce la Coordinación Adjunta de la Materia Interescuelas de FACES-UC (Universidad de Carabobo) en «Gerencia y Finanzas de Criptomonedas y Criptoactivos» y es facilitador del Diplomado en Criptomonedas del Ceate-FACES-UC. Es líder promotor del «Grupo de Deontología de la Criptoeconomía», basado en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Carabobo

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