¿En peligro el nuevo empleo de Rajoy? La revolución del blockchain que está por venir

Blockchain

¿En peligro el nuevo empleo de Rajoy? La revolución del blockchain que está por venir

El blockchain, una tecnología todavía inmadura, podría acabar utilizándose para todo tipo de registros, mucho más allá del bitcoin.

Blockchain

El blockchain, o cadena de bloques en español, es bastante más que la tecnología en la que se basa el bitcoin. En esencia, es una enorme base de datos, un registro que puede tener muchos más usos que la popular criptomoneda y acabar suponiendo una auténtica revolución que a medio plazo deje obsoletos a notarios o registradores de la propiedad.

Tras varias sesiones soslayando el tema de su título –‘La economía ante el blockchain. Lo que está por venir’-, el seminario organizado en la UIMP de Santander por la APIE y patrocinado por BBVA ha entrado hoy de lleno en esta nueva tecnología de la que todo el mundo habla. Según detalla Alicia Pertusa, responsable de Estrategia y Blockchain en Customer Solutions de BBVA,el blockchain en esencia es sólo una base de datos, pero “los datos son el petróleo del siglo XXI”. No es de extrañar que las grandes empresas tecnológicas mundiales, y también los grandes bancos, estén girando hacia modelos de negocio que tienen como centro precisamente esos datos.

Su principal característica, y que estaba en la idea de los programadores que desarrollaron el bitcoin, es que en principio es “invulnerable”. Toda la información de la base de datos está distribuida en nodos (ordenadores), “no se tacha, se va creando una cadena a través de apéndices”, explica Pertusa. “Es imposible romper la cadena porque siempre se tiene la información del bloque anterior”, de este modo “se logra confianza sin necesidad de que haya un único administrador”.

El doctor en Economía César Molinas abunda en esta misma idea. Todos los nodos tienen acceso a la misma información, que es completa. La primera cadena de bloques fue la de bitcoin, pero puede tener muchos usos, “como sustituir a notarios y registradores”. Podría, por ejemplo, trasladarse por completo el registro de la propiedad, aunque “ahora hay un registrador en Santa Pola que protestaría”, ironiza el economista. Más en serio, Molinas considera que antes o después “acabará pasando”, pero probablemente no en los registros tradicionales, sino en nuevos.

La seguridad que otorga esta cadena de nodos hace, por otro lado, que criptomonedas como el bitcoin sean mucho menos opacas de lo que la gente piensa. “Cada bitcoin lleva incorporada toda la historia de transacciones previas”, explica Molinas, por lo que estas monedas virtuales “no son fungibles como lo puede ser un billete de 20 euros”. Para explicar esta idea, el reputado economista ha acudido a un ejemplo sencillo: si alguien te presta 20 euros, te da igual un billete u otro, pero si son bitcoins, no será lo mismo aceptar una moneda que han tenido dos personas presas por narcotráfico o unas nuevas. “No es una red anónima; si un juez pide la información, la puede obtener”.

Volviendo al blockchain, se trata no obstante todavía de una tecnología muy “inmadura”, que deberá superar varios retos. Algunos de ellos son puramente tecnológicos, según explica Pertusa: mientras que el bitcoin gestiona unas pocas operaciones por segundo, el sistema de pagos internacional hace miles en el mismo tiempo.

Asimismo, está el riesgo regulatorio, ya que los reguladores deben ser capaces de reconocer la validez de la información en la base de datos. No obstante, a día de hoy el tamaño de las criptomonedas es relativo. El valor total de los bitcoin en circulación es de 115.000 millones de dólares, una cifra considerable pero que está por debajo, por ejemplo, de la fortuna de 129.000 millones que acumula Jeff Bezos, el fundador de Amazon.

Uno de los argumentos que esgrimen con mayor frecuencia los más críticos con las criptomonedas es el del elevado consumo de energía que necesita. Este es un problema que se circunscribe a las redes abiertas públicas, como señala la experta de BBVA, debido a que la información debe replicarse en todos los nodos. “Es un reto ligado a la escala”, explica Pertusa.

Molinas da una idea del nivel que alcanza este consumo de energía. Actualmente la energía consumida en la labor de minería del bitcoin se estima en el 0,02% de la producción mundial, pero podría llegar al 2% en pocos años.

También ligado a las redes abiertas está el problema de la “volatilidad”, que se ha reflejado en la montaña rusa en la que se han convertido las cotizaciones de las monedas digitales más populares.

Más información