Entre el entusiasmo y la decepción: las reacciones al acuerdo sobre renovables en la UE

Energía

Entre el entusiasmo y la decepción: las reacciones al acuerdo sobre renovables en la UE

El objetivo del 32% de renovables para 2030 ha sido aplaudido por compañías del sector, mientras que algunos creen que es “insuficiente” y las regiones relacionadas con el carbón temen sus consecuencias.

Molino de viento energia renovables

El acuerdo alcanzado ayer por las instituciones europeas que fija en el 32% el objetivo de renovables para 2030 en el Viejo Continente ha tenido reacciones muy distintas entre los actores implicados en el sector energético y la protección medioambiental en nuestro país. Ecologistas y renovables han recibido con entusiasmo la directiva, aunque creen que es “insuficiente”; compañías como Iberdrola consideran la meta marcada como un gran paso hacia la descarbonización y las regiones ligadas al carbón alertan del “impacto” negativo que podría tener en su economía.

Tras intensas negociaciones, la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y los ministros del ramo de los 28 países miembros acordaron un objetivo vinculante ligeramente más bajo que el 35% que planteaban la Eurocámara y los países más ambiciosos (la propuesta defendida por España tras el cambio de Gobierno y la llegada al Ministerio de Teresa Ribera) y cinco puntos por encima que buscaban las naciones más reacias y que había propuesto inicialmente Bruselas.

La Fundación Renovables valora el aumento de la propuesta de partida del 27% de la Comisión Europea, que califica de “temerata, ridícula y exigua”, sin embargo considera que “el acuerdo finalmente adoptado por el trílogo se trata de una meta poco ambiciosa e insuficiente para combatir el Cambio Climático y la dependencia energética en la UE.

Por otro lado, la organización aplaude que el texto de la revisión de la Directiva de Renovables incluya “la eliminación de los peajes de acceso (cargo fijo y cargo transitorio), el denominado ‘impuesto al sol’ que en España se aplica a las instalaciones de autoconsumo mayores de 10 kW, si bien abre la puerta a un posible establecimiento a partir de 2023 de un peaje para autoconsumos de más de 25 kW”. Al respecto, la Fundación Renovables asegura que no se opone “a que haya que pagar los servicios de red que se utilicen pero nos ratificamos en que no puede haber impuestos adicionales o que se tenga que pagar por aquellos servicios que no se han usado”, por lo que exige la eliminación inmediata del ‘impuesto al sol’ actual en nuestro país.

En la misma línea se pronuncia Greenpeace, que “celebra que por primera vez se reconoce el derecho de la ciudadanía a participar activamente en el sector energético, produciendo, vendiendo, almacenando y compartiendo energías renovables e impide que se penalice con impuestos o cargas económicas extra”. La organización ecologista considera que esto supone una “victoria de la ciudadanía”. Pero cree también que el objetivo del 32% mínimo de renovables en el consumo energético de 2030 “se queda peligrosamente corto respecto al necesario para prevenir un cambio climático catastrófico”. Defienden que la meta “debería ser de al menos 45%”.

Por su parte, Iberdrola apoya el acuerdo alcanzado, al que califica de “muy buena noticia para la industria y la economía española y europea”. Entiende que con esta directiva “se abren nuevas oportunidades en términos de generación de empleo y riqueza en un sector en el que las empresas españolas y europeas están muy bien posicionadas”. Para la compañía que preside Ignacio Galán, la meta “es alcanzable y está sustentada en la evolución que han experimentado las tecnologías renovables en los últimos años, que ha hecho posible disponer de una energía competitiva, segura y asequible”.

Decisiones como esta nos permiten actuar contra los efectos del cambio climático, apoyar una transición justa y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, al tiempo que reducimos paulatinamente la dependencia energética exterior de nuestra economía”, añade la compañía, que aplaude la “ambición” de los países europeos.

Sin embargo, la directiva ha caído como un jarro de agua fría en las regiones ligadas al carbón, que ven con preocupación el impacto que el objetivo mínimo de 32% de energía renovable en 2030 pueda tener. Se habían posicionado a favor de dejar el objetivo en el 27%, la meta propuesta en un inicio. La intranquilidad se centra además en la posible revisión al alza de que pueda llegar en 2023.

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