¿Qué sectores de la UE se verían más afectados por una guerra comercial con Trump?

La retórica y políticas proteccionistas del neoyorquino están implicando una serie de cambios bruscos en las políticas comerciales de EE.UU.

¿Qué sectores de la UE se verían más afectados por una guerra comercial con Trump?

Al menos por el momento, como aliado histórico de EE.UU., la UE se ha librado de las grandes ofensivas en la materia por parte de la Administración Trump; pero el sistema de comercio global avanza hacia la inestabilidad.

Donald Trump y Angela Merkel

Aunque, por el momento, el presidente de EE.UU., Donald Trump, ha decidido dejar fuera a la Unión Europea (UE) del aumento de aranceles a la importación de acero y aluminio que su Gobierno anunció la semana pasada; la llegada del neoyorquino a la Casa Blanca está suponiendo un cambio en las reglas de juego del comercio internacional.

Si hasta ahora EE.UU. ha sido visto como el gran impulsor global del libre comercio; la victoria electoral de Trump hizo que, incluso antes de que asumiese el poder, entrase en muerte de facto el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, o TPP por sus siglas en inglés, que el país norteamericano había acordado con otras 11 naciones: México, Canadá, Perú, Chile, Japón, Brunéi, Malasia, Nueva Zelanda, Australia, Vietnam y Singapur.

Es decir, no solo la retórica proteccionista de Trump marca un giro de casi 180 grados respecto a las posiciones tradicionales de la Administración estadounidense; sino que está implicando toda una serie de cambios bruscos en sus políticas.

Sin ir más lejos, pese a que, por el momento, México y Canadá también han quedado exentos del aumento de aranceles a la importación de acero y aluminio, todo se podría ir al traste el 1 de mayo. Y es que el Gobierno Trump ha vinculado esa decisión a que para esa fecha se haya llegado a un acuerdo en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan o Nafta, por sus siglas en inglés) que, de lo contrario, también amenaza con romper unilateralmente.

Todo ello mientras EE.UU. acusa a China de prácticas depredadoras en materia de comercio y, en lo que muchos analistas ven como el inicio de una guerra comercial global, impone al gigante asiático sanciones unilaterales en forma de tarifas sobre las importaciones de productos chinos que podrían llegar hasta los 60.000 millones de dólares al año.

Una decisión que, según ha titulado The New York Times, ha convertido a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en “irrelevante”. La ‘dama gris’ señala que ésa es al menos la opinión del mundillo diplomático en Ginebra que cree incluso que se ha asestado un golpe muy dañino a todo el sistema de comercio global.

De hecho, el propio director general de la OMC, Roberto Azevêdo, señalaba al periódico neoyorquino’ que este tipo de medidas pueden conducir a una escalada de restricciones que, a su vez, podrían generar “una situación en la que el entorno económico global se deteriore muy rápidamente”. Además, el brasileño apunta al peligro adicional de exacerbar sentimientos nacionalistas que den alas a la intolerancia.

Por todo ello, aunque al menos de momento los aliados más próximos históricamente a EE.UU. se estén librando de las últimas ofensivas en este ámbito por parte de la Administración Trump; nadie parece fiarse de que la guerra comercial no acabe afectándoles. Tampoco en Bruselas.

Y, menos aún, después de la salida del entorno presidencial de figuras como las del principal asesor económico de la administración, Gary Cohn; o del secretario de Estado Rex Tilleron. Es decir, de aquellos más proclives a evitar giros bruscos en materia de política exterior y comercio.

En este contexto, el economista Francesco Chiacchio ha realizado para Bruegel, el think tank con sede en Bélgica especializado en políticas económicas y que actualmente preside Jean-Claude Trichet, una investigación en la que identifica las áreas que se verían más afectadas por una guerra comercial entre la UE y EE.UU.

A partir de una comparativa de los flujos bilaterales de comercio que tiene en cuenta las categorías de la Clasificación Estándar Internacional de Comercio (SITC, por sus siglas en inglés) y los datos de 2016 de Eurostat Comext; Chiacchio concluye que la UE mantiene superávit en la mayoría de macro categorías de productos con la excepción de las de «combustibles minerales», «materias primas» y la de «commodities no especificadas en otras categorías».

En concreto, las macro categorías en las que la UE mantiene un mayor superávit comercial respecto a EE.UU. son las de: 1) «maquinaria y transporte de equipo», que se sitúa en torno a los 50.800 millones de euros; y 2) la de «productos químicos», en torno a los 29.300 millones de euros.

Y, en un análisis más en detalle de productos, identificados por el sistema de dos dígitos del SITC; el citado análisis concluye que los categorías en los que la UE tiene mayor superávit son las de «vehículos de carretera», con 36.500 millones de euros de los cuales 30.400 corresponden a la venta de automóviles; y el de «productos medicinales y farmacéuticos», que alcanza los 16.600 millones. Asimismo, en términos relativos son significativos los sectores de «maquinaria y equipamiento industrial» y el de «química órganica» ya que, en ellos, la UE exporta a EE.UU. más de dos veces lo que importa.

Por el contrario, EE.UU. tiene superávit comercial en áreas como “otros equipos de transporte”, gracias fundamentalmente a los productos de “equipamiento aéreo, aeroespacial y otros equipos asociados” en los que alcanza los 12.700 millones de dólares; seguido del de «maquinaria y equipos de generación de energía» en los que llega a los 6.500 millones.

Con todo, quizá la conclusión más interesante del citado estudio sea la de que si se tienen en cuenta tan solo las 10 mayores categorías de productos que, por su valor en millones de euros, la UE intercambia con EE.UU.; 9 de ellas coinciden al figurar tanto entre los flujos de exportación del Viejo Continente hacia la nación que ahora preside Donald Trump, como entre los principales productos que los 28 países miembros importan desde el país norteamericano.

Las únicas excepciones son: 1) en materia de importaciones desde EE.UU., el “petróleo y productos derivados» que suponen 7.630 millones de euros o un 3,05% del total de las importaciones europeas desde EE.UU.; y, 2) la “maquinaria especializada” que supone un 4,24% de las exportaciones de la UE hacia EE.UU. o unos 15.410 millones de dólares.

Por lo tanto, si además de las magnitudes señaladas, se tiene en cuenta que esas 12 áreas representan más de 2/3 de todo el flujo comercial entre los dos bloques, se puede concluir que bastarían unas pocas medidas en unos sectores muy localizados para conseguir un efecto devastador en la actividad económica del Viejo Continente, especialmente en sectores como el farmacéutico, el automovilístico y de transporte o el energético; y que, además, dada la interdependencia comercial, el efecto de cualquier medida no se quedaría en ningún caso aislado.

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