El sindicato mayoritario de funcionarios no irá a la huelga del 8 de marzo

Huelga 8M

El sindicato mayoritario de funcionarios no irá a la huelga del 8 de marzo

CSIF declina participar y CCOO y UGT reciben críticas desde dentro y fuera de sus filas por llamar solo a paros de dos horas.

Manifestación del CSIF

Hace ya días que el sindicato mayoritario de los funcionarios envió su argumentario respecto a la huelga feminista del 8 de marzo: “No podemos asumir un argumentario en el que no hemos participado y que contiene un gran sesgo político”, defiende CSIF. “Nuestra organización acoge a trabajadores y trabajadoras de todas las ideologías y posicionamientos políticos y por esta razón no apoyaremos la Huelga del 8M”.

Y eso a pesar de que el sindicato asume el objetivo de fondo: que hay desigualdad de género, desprotección de trabajadoras y violencia de género. Y subraya que “no es momento para dividirnos sino para crear alianzas y todos y todas las organizaciones desde los diferentes ámbitos debemos sumar nuestras fuerzas para poner el foco en lo realmente importante”.

Pero entiende que hay que hacerlo “sin etiquetas, sin peajes, sin derechos de autor, desde el respeto a las diferencias de cada organización”. Critican no verse representados en el manifiesto de la Comisión del 8M, plataforma organizadora e inicialmente convocante de la huelga, a la que se han sumado otros sindicatos y partidos políticos.

La postura de CSIF es muy parecida a la de uno de los grandes partidos en el Congreso: Ciudadanos. Los de Albert Rivera no van a la huelga de este jueves porque rechazan cualquier contacto con proclamas “anticapitalistas” y otras ideas presentes en el manifiesto que Ciudadanos considera “comunistas”.

En la línea, CSIF no se conforma con acordar el manifiesto y encuentra más de una veintena de “contenidos controvertidos” en el argumentario de la Comisión del 8M: discrepan de que exista un sistema penal “patriarcal y clasista”, ni apoyan “que se promueva de manera efectiva una educación afectivo sexual que eduque a los niños contra unas masculinidades violentas, posesivas, dominantes, y a las niñas para desarrollar su individualidad y salir del marco del amor romántico”.

O que se reclame el fin de los CIEs y las actuales políticas de fronteras por su especial incidencia en la vulnerabilidad de las mujeres migrantes. Csif también rechaza que “la jerarquía católica, el Estado, los poderes patriarcales económicos y políticos y la cultura machista (de nuestros amigos, padres, hermanos y vecinos), generan un contexto que niegan o limitan nuestras decisiones sobre cómo queremos vivir la sexualidad, nuestra corporalidad, la maternidad, nuestras vidas y relaciones”.

No están de acuerdo con que exista “invisibilización” de lesbianas, bisexuales y trans, o con que “la UE y Estado español, en su lógica de no protección real de las mujeres, no reconocen como persecución y motivos válidos para el asilo la violencia sexual y de género, la mutilación genital femenina, la trata, la esterilización forzada, aborto selectivo, el matrimonio forzado, los crímenes de honor y la discriminación por sexo”.

Críticas a CCOO y UGT

La respuesta de los dos grandes sindicatos españoles en la primera huelga de mujeres en el país también está en entredicho: ambos han llamado a paros de dos horas por turno, mientras las convocantes y otras plataformas como CGT o CNT invitan a ir a una huelga general de 24 horas e incluso están organizando redes para que los hombres se hagan cargo de los cuidados de hijos y familiares.

Conforme se acerca la huelga, reciben más críticas por no apoyarla de manera más explícita. Internamente, trabajadoras sindicales expresan que no entienden por qué sus sindicatos no llaman a paros generales, arrinconando así la reivindicación de las trabajadoras respecto a otras convocatorias de huelgas laborales en el país.

Desde fuera, el difícil equilibrio en el que han decidido situarse CCOO, UGT y partidos como el PSOE, que va a la huelga pero cuyas trabajadoras pararán dos horas mayoritariamente, es cada vez más atacado: quedan tres días para una huelga histórica que amenaza con ser masiva y en la que nadie quiere aparecer al final de la foto.

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