Ganas de enredar

Cataluña

Ganas de enredar

En el primer pleno del Parlament de esta Legislatura, la historia se ha vuelto a repetir. Ni JxC, ni ERC ni la CUP concuerdan en casi nada pero se esfuerzan por escenificar su desconcierto.

Roger Torrent

La capacidad para enredar la política y la propia vida que están demostrando los partidos y líderes independentistas catalanes es verdaderamente extraordinaria. Una vez más lo hemos comprobado en el pleno del Parlament del jueves. Es evidente que entre ellos se llevan a matar, algo lógico en cuanto se profundiza en sus orígenes ideológicos, pero siempre les queda un destello de picardía o de prepotencia para intentar mantener vivo el reto al Estado y a los convecinos que se oponen a que acaben imponiendo sus pretensiones.

Ignoro si son conscientes, y si lo son no lo parece, de dos cosas: la primera, que toda su estratagema para proclamar a base de trampas la secesión, ha fracasado. Lo han reconocido implícitamente hasta Jordi Pujol y Artur Mas. Y la segunda, que ha fracasado con un elevado coste social y económico. Tampoco aceptan reconocer que una mayoría de sus conciudadanos no comparte sus intenciones y, viendo lo que están viendo, que cada vez son más los que se asustan ante la posibilidad de que el caos que reflejan pueda convertirse en un Gobierno.

Ya demostraron de manera sobrada la falta de escrúpulos legales y de respeto democrático cuando intentaron crear leyes autonómicas a la medida y aplicarlas contra la Constitución, el Estatuto y el Código Penal, o cuando en su empeño supremacista se enfrentaron a la comunidad internacional, empezando por la Unión Europea, a la cual osan imponerle sus exigencias. Son muchos meses, años mejor dicho, intentado pasar con la suya avasallando todo lo demás.

En el primer pleno del Parlament de esta Legislatura, la historia se ha vuelto a repetir. Ni JxC, ni ERC ni aún menos los iconoclastas de la CUP concuerdan en casi nada pero se esfuerzan por escenificar su desconcierto con cargo a los intereses de Cataluña y de los catalanes. Mientras van y vienen a Bruselas, donde Puigdemont se ha convertido en un problema que no saben afrontar, se estrujan los sesos para tramar enredos y discuten como repartirse el poder que quieren asumir, sus votantes sufren las consecuencias de su obnubilación y su ambición.

Actúan con “éxitos” tan notables en su balance de estos meses pasados como haber espantado la probabilidad de alojar en Barcelona a la Agencia del Medicamento, de haber espantado a cerca de tres mil empresas y al tiempo que sus tejemanejes parlamentarios y sus planes esperpénticos – además de ilegales — son seguidos con atención y prevención por fiscales y jueces, muchas empresas más amenazan con sumarse al éxodo que inauguraron La Caixa y el Banco de Sabadell, las dos grandes entidades financieras catalanas y la convivencia está dando paso al enfrentamiento.

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