#11F: La Ciencia sí es lugar para las mujeres

Mujeres en la ciencia

#11F: La Ciencia sí es lugar para las mujeres

¿Si os dijera que la persona que sentó las bases de la programación actual era una mujer llamada Ada Lovelace?

Mujer niña ciencia

Hoy es 11 de Febrero, Día de la Mujer en la Ciencia, un día que Naciones Unidas instauró en 2015 para intentar recortar la brecha que aún hoy en día existe en el sector entre hombres y mujeres.

Porque si os pregunto por una mujer científica notable, ¿sabríais darme un nombre? Seguro que muchos y muchas pensaréis en Marie Curie pero, ¿a parte de ella? ¿Aquí la cosa se complica, verdad?

¿Y si os dijera que la persona que sentó las bases de la programación actual era una mujer llamada Ada Lovelace? ¿Qué la programación del primer ordenador, el ENIAC, corrió a cargo de un equipo exclusivo de mujeres? ¿O qué el primer compilador y el primer lenguaje de programación, COBOL, fueron obra de una matemática llamada Grace Hopper?

Por otra parte, si no fuera por Hedy Lamarr hoy en día es probable que nuestros dispositivos fueran incapaces de recibir y trasmitir datos de forma inalámbrica a través del WIFI o del Bluetooth. Curiosamente, Hedy fue mucho más conocida por su faceta de actriz que por su aportación a la ciencia.

¿Os suena Caroline Lucretia Herschel? ¿Y Urano? Porque es a ella a quién debemos el descubrimiento del tercer mayor planeta del Sistema Solar. Gracias a otra gran astrofísica, Cecilia Payne-Gaposchkin, sabemos cómo se forman las estrellas y de que están compuestas. Y fue Jocelly Bell Burnell la descubridora de los púlsares. Este descubrimiento supuso un Premio Nobel, por cierto, pero no se le dio a Jocelly, sino al jefe del equipo, Antony Hewish.

En cuanto a la medicina, también hay mucho que agradecer a las mujeres. Elizabeth Blackwell, la primera médica de la historia, fue la que instauró las pautas sobre la higiene en los quirófanos como medida para evitar la propagación de enfermedades. Elizabeth conoció a Florence Nightingale, otra gran figura en la medicina que sentó las bases de la enfermería moderna. Y como olvidarnos de Rita Levi-Montalcini, ganadora del premio Nobel de Medicina por su descubrimiento del factor de crecimiento nervioso.

¿Alguna vez habéis oído hablar de Dorothy Hodgkin? Fue la primera científica capaz de sintetizar la penicilina, un trabajo que ha salvado millones de vidas. ¿Y de Cerirude Elion, quién aportó grandes avances en la industria farmacológica con la creación de multitud de medicamentos para la leucemia, así como la base de los antivirales?

En el campo de la física, dónde siempre está presente el nombre de Marie Curie, hay otras grandes figuras olvidadas. Una de ellas fue Lise Meitner, a la cual debemos el conocimiento de la fisión nuclear. Un descubrimiento que supuso un Nobel, pero no para ella, claro, sino para su compañero de estudios, Otto Hahn.

En España también tenemos grandes figuras en la ciencia que pasan desapercibidas para la inmensa mayoría de la población, pese a la importancia de sus contribuciones.

Es el caso de Margarita Salas, a quien debemos la mitad de los ingresos del CSIC en materia de patentes por sus descubrimientos en el ADN polimerasa y su capacidad de amplificación del ADN. O de María Blasco, que ha realizado grandes avances para conocer los procesos que están detrás del envejecimiento de las células y que actualmente es directora del Centro Nacional de Investigaciones Ontológicas.

¿Y te suena el nombre de Rosa María Menéndez? Pues debería, ya que es la actual presidenta de Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el CSIC.

Hay otras muchas a las que podríamos nombrar, como Montse Calleja, Flora de Pablo, Pilar López Sancho…

Todas estas grandes mujeres no sólo han logrado grandes descubrimientos para la Ciencia, sino que lo han hecho en un mundo que les puso un sinfín de trabas, que silenció su existencia hasta hace muy poco y que premió sus méritos robándoles cualquier reconocimiento a favor de figuras masculinas cercanas que poco o nada habían aportado.

Esta invisibilización histórica es la que ocasiona la errónea concepción de que los hombres son más inteligentes y aptos para la Ciencia que las mujeres. El año pasado Science publicó un estudio en el que niñas de tan sólo 6 años consideraban que no eran suficientemente listas para dedicarse a la Ciencia. Este estudio es una muestra clara de que aún queda mucho por hacer.

Actualmente el 39% del personal investigador en España es mujer, por encima de Europa, que cuenta con el 33%, cifras muy alejadas de una verdadera paridad. Además, si comenzamos a subir en el escalafón nos encontramos con que la figura de la mujer es poco más que testimonial, ocupando solamente un 24% de los puestos. El acceso a las cátedras sigue siendo muy reducido también en las ramas de Ciencias e Ingenierías, no llegando ni al 20%. Este es el motivo de que en Europa las científicas cobren un 18% menos de sueldo que sus colegas varones.

Fuente: 11defebrero.org

Asimismo, pese a que el número de mujeres universitarias es mayor que el de los hombres su distribución es muy desigual. En Ciencias, Matemáticas e Ingeniería siguen siendo minoría, con un 35% y un 30% respectivamente. Las ciencias vinculadas a los cuidados, como Medicina, tienen números cercanos al 50%, mientras que en ingenierías el número es muy inferior. Por ejemplo, en informática la matriculación de mujeres en 2016/2017 estuvo en torno al 12%.

Pese a estos números de matriculación, las tesis leídas por mujeres en España en 2012 en los campos de Ciencias, Matemáticas y Computación tienen números prácticamente paritarios, del 47%, y superan el 50% en el caso de Salud, Agricultura y Veterinaria. Somos muchas menos pero alcanzamos grandes cotas de excelencia.

Fuente: 11defebrero.org

Estos números si algo señalan es que, como poco, somos igual de aptas para la Ciencia que los hombres y que podemos aportar mucho al avance de la misma. Para ello es fundamental visibilizar a mujeres como las mencionadas en este artículo, dar referentes pasados y presentes a las nuevas generaciones de niñas que piensan que éste es un campo que les está vetado. Hay que demostrarles qué no es verdad, que pueden dedicarse a lo que ellas quieran, y que la Ciencia no es una excepción.

Porque la igualdad en la Ciencia no es una cuestión solamente de justicia social, sino de razón científica: Vetar a las mujeres por el simple hecho de serlo es vetar a la propia ciencia y su progreso.

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