Asesinatos, violaciones, esclavismo: Libia un año después del pacto con la UE

Asesinatos, violaciones, esclavismo: Libia un año después del pacto con la UE

Oxfam recaba nuevos testimonios sobre cómo el acuerdo fornterizo de Italia con Libia sigue permitiendo la violación sistemática de derechos humanos.

Migrantes.

Precious (28 años), de Nigeria, cuenta que la encerraron junto a otras personas migrantes cuando llegó a Trípoli. «Me pidieron un dinero que no tenía. Nos trataban como si fuésemos basura. Solo nos daban de comer un poco de arroz o pasta cruda una vez al día, y bebíamos agua de barriles de gasolina viejos». Precious relata que vio a muchas personas morir tras caer enfermas o como consecuencia de las palizas de sus captores. «A las mujeres nos pegaban y nos violaban cada día. Sólo entonces nos daban algo para comer», cuenta.

Blessing (24 años), también de Nigeria, dice que llegó a Libia para buscar trabajo como empleada doméstica. «En lugar de eso, me llevaron a un centro en el que permanecí meses», dice. «Cada día me daban un puñado de arroz para comer. Vendían mi cuerpo a hombres. Cuando traté de escapar me dieron una paliza y me violaron».

Francis (20 años), de Gambia, fue secuestrado por una banda criminal. «Había más de 300 personas encerradas en una habitación enorme. Permanecí allí cinco meses. Cada día nos obligaban a trabajar y si alguien se negaba, lo mataban». Habla de palizas y violencia sexual contra las mujeres y los niños y niñas encerrados en prisiones ilegales. «Grupos de personas violaban y golpeaban a las mujeres de forma sistemática. Se criaba a los niños y las niñas en prisión, y luego se les vendía como sirvientes para casas libias».

Son algunos de los testimonios recabados por Borderline Sicilia, ONG socia de Oxfam Intermon, un año después de que Italia y la UE cerraran un pacto con Libia para frenar la migración irregular. Todos ellos se refieren a secuestros, asesinatos, violaciones y trabajos forzados continuos.

El 2 de febrero de 2017 Italia firmó un memorando de entendimiento con el Gobierno de Trípoli que los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea aprobaron al día siguiente durante su cumbre informal en Malta. «El acuerdo carece de salvaguardias suficientes para proteger los derechos humanos y defender la legislación internacional dado que Libia se ha negado a firmar la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 que protege a las personas que huyen de la persecución y el conflicto», critica la plataforma.

Aquel trato con el país africano fijó que Europa y en particular Italia proporcionarían formación y apoyo logístico y económico a la Guardia Costera libia. A cambio los propios efectivos del país trabajarían para frenar la llegada de migrantes a Europa por la ruta mediterránea central.

Pero Oxfam denuncia de nuevo en qué ha devenido aquel pacto: «Las personas con las que hemos hablado están escapando de la guerra, la persecución y la pobreza y, sin embargo, al llegar a Libia, sólo encuentran otro infierno”, explica Roberto Barbieri, director ejecutivo de Oxfam Italia.

Según la ONG, «el acuerdo migratorio con Libia tiene importantes fallos y muchas personas están sufriendo, atrapadas en condiciones terribles”. De esta frontera proceden las imágenes dantestas de personas siendo tratadas y vendidas como esclavos que hace unos meses logró recabar la CNN. Oxfam pide a la UE suspender inmediatamente el acuerdo y alcanzar uno nuevo, no para impedir que los migrantes alcancen Europa sino, al contrario, para “liberar a todas las personas atrapadas en centros de detención” en los que operan mafias y tratantes de seres humanos.

Libia es un país muy inestable debido al conflicto interno y en el que, de acuerdo con Naciones Unidas, más de 1,3 millones de personas precisan de ayuda humanitaria, entre ellas personas desplazadas internas, libios y libias que han regresado a sus casas, así como cientos de miles de migrantes de otros países que llegaron al país en busca de trabajo o para continuar su viaje en busca de seguridad y dignidad, explica Oxfam.

El pasado mes de agosto, la ONG y sus organizaciones socias Borderline Sicilia y MEDU expusieron algunos de los abusos sufridos por 158 personas migrantes entrevistadas que habían llegado a través de Libia. El 84% de ellas afirmaba haber sufrido un trato degradante e inhumano, violencia extrema o torturas. El 74% afirmaba haber sido testigo de asesinatos o torturas. Los tres testimonios que inician esta información dan cuenta de ello. O el relato de F., hombre de 18 años de Guinea Bissau: «En Trípoli viví con otras personas africanas en una «casa de conexión» [donde se ocultan los traficantes] durante cuatro meses y medio. Podía salir a hacer pequeños trabajos, pero tenía que tener cuidado porque era muy peligroso».

«La casa la gestionaban unos libios que cada día me quitaban el dinero que había ganado. Cuando no recibían dinero, se llevaban a las personas muy lejos, les golpeaban y a veces las dejaban allí, muertas. Un día, los libios vinieron al lugar donde estaba trabajando y me obligaron a ir con ellos. Me ataron de manos y pies y me subieron a un coche. Me llevaron a un sitio aislado y me golpearon. Todavía vómito sangre por la paliza. Después me llevaron a la playa donde me volvieron a golpear y me dispararon en el brazo. Aún tengo la cicatriz. Mientras, un bote llegó a la playa. Había un chico que tenía que haber conducido el bote, pero el mar estaba muy bravo y volvió. Los libios le dieron una paliza delante de todo el mundo, le cortaron un dedo, le cortaron en el brazo y le dispararon en la mano. Entonces vinieron a por mí y me subieron al bote con las otras personas. Subieron otras cuatro personas y nos llevaron hasta un punto donde me hicieron entender que tendría de conducir el bote. Tenían armas. Después, los libios se subieron a otro bote y yo conduje el nuestro hasta aguas internacionales donde nos rescataron. En cuanto llegue al puerto de Pozzallo me arrestaron [acusado de inmigración irregular]».

Oxfam y el resto de asociaciones que trabajan en este país mediterráneo consideran que la UE se centra “de manera desproporcionada en reforzar el control fronterizo y bloquear la migración irregular por encima de soluciones a largo plazo” y que respeten los derechos humanos. En sus informes, ha detectado una preocupante tendencia «subcontratar» la gestión de las fronteras europeas a países africanos.

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