Feminización de la precariedad y más paro: la peor cara de los ‘minijobs’ en España

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Feminización de la precariedad y más paro: la peor cara de los ‘minijobs’ en España

Expertos de la Universitat Oberta de Catalunya alertan de que este tipo de trabajos empeoran la precariedad que ya sufren mujeres y jóvenes.

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La crisis económica ha acabado provocando el traslado de los famosos ‘minijobs’ alemanes a España. Expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) analizan cómo estos miniempleos creados en 2003 en el corazón de Europa para reducir el paro y aflorar la economía sumergida tienen un efecto contrario y pernicioso en el contexto laboral post burbuja español.

¿Cómo son hoy los miniempleos “a la española” y quién los hace? “Son trabajos muy estacionales, muy de economía por demanda, trabajos que prácticamente pueden contratarse mediante una aplicación: cuidadora por horas, pintor por horas, etc. Son contratos que duran un día, o unas horas, que llevan al pluriempleo y la falta de especialización», detalla explica Pere Vidal, abogado y profesor de Derecho laboral de la UOC.

Está de acuerdo con la crítica de que, sin embargo, se trata de empleos temporales que en muchos casos deberían ser indefinidos al cubrir necesidades estrcuturales: “Si me dedico a la mensajería, o a la restauración, y hago contratos temporales, a menudo estoy cubriendo necesidades estructurales de la empresa», aclara.

Pero son contratos que se firman “para trabajos menos cualificados o temporales, en los que a la empresa le es más fácil prescindir de un trabajador”, destaca Gina Aran, experta en recursos humanos y profesora de Economía y Empresa de la UOC. “Los hacen sobre todo gente joven, y en principio con poca cualificación, pero a veces encontramos a gente titulada universitaria que hace de repartidora por horas porque no encuentra trabajo de lo que ha estudiado”, subraya Vidal.

El mismo experto que explica que “al final, las prestaciones que obtienen son más bajas aunque hagan muchos pequeños trabajos, porque cuanto más reducido es el salario, más baja es la base de cotización y, por lo tanto, más pequeña la prestación”.

Los profesores alertan de que el efecto de estos contratos en Alemania es que aunque sus ciudadanos estén ocupados en mayor proporción que en España muchos no consigan “salir de los umbrales de la pobreza” a pesar de tener un trabajo.

Feminizar la precariedad laboral

En Alemania, indica Aran, “muchas mujeres se acogen a los miniempleos para poder conciliar trabajo y familia cuando en la unidad familiar entra otro sueldo principal, porque fiscalmente es más favorecedor”. De hecho, subraya, “originariamente, los miniempleos estaban pensados para que las mujeres que estaban en casa se incorporaran al mercado de trabajo”.

Sin embargo, apunta, de la buena intención se ha pasado a la precariedad. “A estos miniempleos también se los ha llamado contrato de género, ya que pueden ser una trampa para la carrera profesional de las mujeres”, advierte la profesora de Economía y Empresa de la UOC.

Vidal destaca que en España también sucede: “Hoy en día, la contratación temporal y a tiempo parcial está feminizada, pero ¿esto es forma de conciliar trabajo y familia? Yo creo que no, porque en principio las mujeres y los hombres tienen las mismas responsabilidades en casa y porque existen herramientas, como la reducción de jornada, que pueden utilizarse en contratos indefinidos a jornada completa. Estos miniempleos pueden ser una forma más de feminizar la precariedad laboral”, lamenta el experto.

A pesar de que los expertos creen que Alemania ha marcado un camino para mejorar la empleabilidad y de que no existen soluciones mágicas, tanto Aran como Vidal coinciden en que el de los contratos a tiempo parcial no puede ser

el único modelo que guíe las relaciones laborales. “Lo que yo propondría como política es que la Administración controle mucho más las obligaciones de las empresas: que se compruebe si se están haciendo sólo las horas que se han estipulado y si los contratos son adecuados a sus necesidades reales», explica Vidal.

Por su parte, la profesora de Economía y Empresa de la UOC propone incentivar, desde el sector público, la conversión de estos contratos en empleos a tiempo completo, impulsar de otros tipos de contrato, “limitar el número de contratos precarios que puede hacerse o circunscribirlos a colectivos muy concretos».

Eso sí: “Cuantas más personas estén subempleadas, con bajos ingresos, además de no lograr el bienestar del que hace gala nuestra sociedad avanzada, más costará movilizar la economía en la medida en que no podrán consumir. A la larga, cuando necesiten ayudas o subsidios para sobrevivir, se convertirán en gasto público y privado en muchos casos”.

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