Las caracolas avisan y advierten

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Las caracolas avisan y advierten

Este año la deidad que gobernará será Yemayá, diosa del mar y madre de todos los orichas, y como acompañante, Eleguá Eshu, con poderes para abrir y cerrar caminos.

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Cada año, creyentes y no creyentes en los ritos religiosos afrocubanos, aguardan con impaciencia por la llamada Letra del Año. Una vez agotado el anecdotario propio de los festejos, comienza una suerte de intranquilidad ciudadana por conocer, y aplicar, los veredictos que guiarán a muchos en los próximos doce meses. Tanto, que hasta el estelar informativo de la televisión Cubana tuvo que al menos, informar de que ya estaba en marcha.

Según tradiciones o costumbres, son lanzadas las caracolas sobre el rojo terciopelo y en dependencia de cómo caigan se procede a la interpretación de un sinnúmero de acontecimientos de la más diversa naturaleza. Tarea nada fácil si se tiene en cuenta que tal acto proviene del Oráculo de Ifá, con 16 signos mayores y 240 combinaciones.

Así tenemos que este año la deidad que gobernará será Yemayá, diosa del mar y madre de todos los orichas, y como acompañante, Eleguá Eshu, con poderes para abrir y cerrar caminos.

Sin desdorar el acto adivinatorio, las caracolas han anunciado dificultades con la agricultura (entiéndase comida). Basta mirar a los campos y agromercados para percatarse de ello.De igual modo, con determinadas enfermedades de las que ya Salud Pública ha advertido casi hasta el cansancio.

En el campo social hay varias novedades: Cuidarse de las falsas acusaciones e imputaciones injustas; tomarse en serio todo lo legal; inestabilidad en el entorno social y laboral y cambios súbitos que no tienen que ser negativos necesariamente.

Ifá hace varias recomendaciones, como la de cuidarse las hemorroides; evitar el exceso de alcohol; cumplir con la palabra empeñada; no divulgar los secretos; evitar caídas de techos y azoteas, y otras más como cuidarse de ese mal nacional que es la envidia.

Pero sin duda, la que mayor atención me ha provocado es la de evadir velorios y entierros porque de inmediato me vino a la mente aquella frase de Virgilio en La Divina Comedia. En mis años de estudiante me impresionó. Ahora, todavía más:

-¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!

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