Navidad a la intemperie: miles de refugiados malviven en campamentos deplorables

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Navidad a la intemperie: miles de refugiados malviven en campamentos deplorables

Más de 13.500 solicitantes de asilo continúan atrapados en las islas griegas. El año pasado ya murieron varios durante el invierno.

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El invierno pasado dejó varios refugiados muertos en algunos campamentos de las islas griegas. Muertes que, lejos de ser accidentadas, se produjeron por la irresponsabilidad y abandono a los que han sumido a los refugiados las instituciones europeas. Un año después, la situación no ha mejorado.

Más de 13.500 solicitantes de asilo continúan atrapados en las islas griegas en condiciones deplorables. Son datos que ofrece la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) junto a otras 13 organizaciones de derechos humanos y asilo.

Según CEAR, Grecia, con el apoyo de sus socios de la UE, debe transferir “urgentemente” a miles de solicitantes de asilo a la parte continental de Grecia y proporcionarles alojamiento adecuado y acceso a procedimientos de asilo justos y eficientes. Los campos de recepción en Lesbos, Chios, Samos, Leros y Kos aún tienen 11.005 personas en instalaciones deterioradas con una capacidad total cercana a los 5.000.

El gobierno griego se comprometió a principios de diciembre a trasladar a 5.000 solicitantes de asilo de las islas al continente como medida de emergencia. “Si bien la decisión del primer ministro Tsipras de trasladar a 5.000 solicitantes de asilo desde las islas al continente es beneficiosa para los cientos transferidos, sigue siendo una medida a medias que deja a otros miles en el frío”, afirma CEAR en un comunicado.

“Es un comienzo importante, pero se necesita más, incluido el apoyo de otros gobiernos de la UE, para garantizar que nadie tenga que pasar el invierno en una tienda de campaña de verano, helados de frío y poniendo sus vidas en peligro”, denuncia la organización dedicada al refugiado.

Instituciones europeas que frenan el derecho al asilo de miles de personas que huyen de la guerra y el hambre. Esa es la situación al otro lado de la valla – o al otro lado del mar – de miles de refugiados que observan cómo se imponen las fronteras mientras líderes continentales pregonan artificialmente que no creen en ellas.

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