El momento de la verdad en lo referente a la energía

Tribuna Especial 26 Aniversario

El momento de la verdad en lo referente a la energía

"No se entiende cómo el gobierno español, a pesar de haber comprobado en las recientes subastas realizadas en el país que las renovables ya son las tecnologías más baratas, siga limitando su desarrollo manteniendo en vigor la normativa sobre autoabastecimiento eléctrico más restrictiva del mundo"

Jorge Morales

El mundo energético, muy poco acostumbrado a grandes cambios, está viviendo una auténtica revolución que va a cambiar gran parte de la vida tal y como la conocemos hoy en día. Nuestras ciudades, nuestro medioambiente, el aire que respiramos, la geopolítica, los conflictos armados… nunca volverán a ser los que fueron.

El cambio climático, cuyos efectos notamos cada vez con más claridad es, sin duda, el gran desafío al que como especie jamás nos hayamos enfrentado y, por una vez, podemos estar orgullosos de nuestra civilización: tras algo más de cien años de mejora espectacular en nuestro nivel de vida gracias a la quema de petróleo y otros combustibles fósiles, ahora somos capaces de vivir mejor sin necesidad de poner en riesgo nuestro preciado clima gracias a la espectacular evolución que han protagonizado en los últimos años las energías renovables.

Las subastas que mes a mes se vienen celebrando a lo largo y ancho del planeta lo confirman, por primera vez es más barato producir electricidad a partir del sol o del viento que hacerlo quemando carbón, gas, petróleo e incluso que fisionando uranio. Y, además el efecto es cada vez mayor, los precios de las renovables siguen cayendo en una deriva que no parece tener fin.

En esta tesitura nuestros políticos actuales tienen una mayor responsabilidad que los anteriores. Ahora no existe el dilema entre promover las energías limpias a cambio de encarecer el recibo de la luz. Ahora se trata, simplemente, de cerrar ordenadamente las centrales obsoletas mientras se sustituyen por renovables para rebajar el recibo sin que por ello se ponga en riesgo la continuidad del suministro.

La denominada transición energética está en un momento clave. En no mucho más de 30 años la práctica totalidad de la energía será renovable, pero la velocidad a la que se produzca el cambio va a ser crucial. Crucial, por un lado, para evitar que los impactos del cambio climático sean irreversibles y, por otro, para determinar quién liderará lo que ya conocemos como Tercera Revolución Industrial. Millones de puestos de trabajo asociados a la revolución tecnológica están en juego.

Así las cosas, no se entiende cómo el gobierno español, a pesar de haber comprobado en las recientes subastas realizadas en el país que las renovables ya son las tecnologías más baratas, siga limitando su desarrollo manteniendo en vigor la normativa sobre autoabastecimiento eléctrico más restrictiva del mundo y desoyendo a los agentes que quieren construir más renovables y que reclaman constantemente una estabilidad regulatoria perdida y una visibilidad a largo plazo de un plan de transición energética que jamás se ha presentado.

Muy al contrario, el autodenominado gobierno liberal se empeña en proteger centrales de carbón y nucleares y se limita a considerar las renovables en la medida en la que las necesita para cumplir con los objetivos internacionales marcados por la Unión Europea. Se recurre a la seguridad energética para justificar la postura, pero nunca se prueba. Se nos asusta con subidas inminentes del recibo si se permiten los cierres que las empresas propietarias solicitan por falta de rentabilidad, pero jamás se nos explica cómo se ha calculado el impacto, mucho menos si éste considera o no la sustitución de las unidades a achatarrar por otras más modernas, baratas y limpias.

El argumento de la destrucción de puestos de trabajo tampoco es válido. Todos los estudios al respecto confirman que el número de empleos asociados al nuevo sector energético será mucho mayor que el anterior, lo que fácilmente permite la recolocación de los trabajadores afectados en las nuevas instalaciones.

Ni siquiera se sostiene el manido problema de la “variabilidad” renovable, esto es, que no siempre sopla el viento o brilla el sol cuando demandamos energía. Las herramientas de gestión de la demanda impulsadas por la digitalización que también ha alcanzado de lleno el sector, unidas a la espectacular evolución de las tecnologías de almacenamiento y a la creciente interconexión de sistemas permiten garantizar el suministro continuo de electricidad 100% renovable.

Se trata, en el fondo, de intereses económicos y de prejuicios. A nosotros nos toca denunciarlos y exigir que España recupere el liderazgo tecnológico que hace no tantos años ocupó. Nuestra economía, nuestro modelo productivo, nuestro medioambiente y nuestros recibos energéticos se merecen una transición energética bien diseñada y a la mayor velocidad posible. Sin apriorismos y con números.

Jorge Morales de Labra, vocal de la Fundación Renovables

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